Plagios
Cacuito era el rey de las chuletas. No de las chuletas de cerdo que usted prepara para sus amigos en la barbacoa los fines de semana. Sino de aquellas otras de papel que usted también pergeñó urgente en vísperas de un examen y que a la postre requerían más esfuerzo y estrategia que el propio estudio de esa materia, rosa rosae, que tanto se le atragantaba. Se hizo adulto, y Cacuito, como usted, continúa perpetrando chuletas en su vida cotidiana. Preso de la sana envidia del talento ajeno, plagia textos de escritores más talentosos que reprodujeron exactamente lo que él alguna vez había pensado; plagia los vicios en el curro de ese compañero, jefe o antecesor; plagia la mala educación que recibió de sus padres. Sus actos entonan un canto a la pereza, a la baja autoestima, a la debilidad humana. A la impotencia de haber nacido tan mediocre.
PLAGIO
Aunque no conocía la expresión de las "chuletas" que usas, coincido bien con que, hoy por hoy, los mal educados y no pocos de los mejor-educados se van por la vía fácil; ignorando que al ser expuesto a arte de toda forma, empezando por la más Grande de todas que es Nuestra Madre Naturaleza y terminando en los banquillos escolares si es que dejaron de chupar las tetas maternas, basta con dejar que esas enseñanzas trabajen dentro de nosotros para beneficiarnos. El espejo de nuestra alma, de nuestro ser entero inhala y devuelve con creces lo que recibió. Al cabo de poco o mucho, aunque recontáramos 'exactamente' lo aprendido, agregaríamos una mera sombra de nuestra idiosincrasia - y en vez de plagiar retornamos. Claro, cuesta; pero aportaríamos lo que nos corresponde a la eterna espiral evolucionaria.
Es sencillo; un esfuercito nada más; algo más que nos distingue de animales y bárbaros de los que prefiero los primeros.
Plagiadores, me dais lástima.