Noche de Paz
Noche de paz, noche de amor -canta Cacuito-, anestesiado por la pirotecnia consumista de los renos blancos, ajeno a las clínicas del dolor, donde los internos duermen henchidos de suero y despiertan perforados de desesperación. Hacia Belén va una burra -grita Cacuito-, y le revienta una vena de cuello de sangre limpia, y los remiendos en los pabellones de reposo son esparadrapos infecciosos de soledad. Ay del chiquirritín –susurra Cacuito-, metido entre las pajas de las sábanas de las casas del frío, dopado de cloroformo y oxígeno artificial, inflamados los sueños de esperanzas. Campana sobre campana -afina Cacuito-, y el bisturí no aprendió a manejar alegre la zambomba. Ande, ande, ande, la marimorena -exaltado Cacuito-, y la familia torcida ve caer la estrella fugaz sin castañuelas y mueren en vida y no resucitarán ni al tercer día.