En lo descafeinado
Cacuito escuchó a una amiga hablar de su amiga: “Es tan robusta que apetece llamarle gorda”. A su vecino mentar a su vecino: “No es corrupto: sólo hábil de manos”. A su padre acordarse de su padre: “No fue violento: un poco desatento a las normas cívicas”. A su hermano evocar a un compañero: “No perezoso exactamente: desmotivado hacia el trabajo”. A su madre de su hermana: “Arrastrada como el habla, pero no triste”. A su amigo con ansias de ejecutivo del yupi trasnochado: “No es que viva estresado, simplemente le atacan taquicardias”. A un matrimonio de otra pareja: “No desatienden a sus hijos, es que esos maestros no les prestan atención”. A su abuelo inapetente de un conocido reacio a la viagra: “No es impotente: sólo ocurre que no endereza y no satisface a la parienta”. Pesan estos tiempos livianos. Las frases hechas. Los eufemismos brutos.