El koala
Manuel Jesús bajó del andamio, como Bustamante. Pero en vez de acudir al cásting de una academia cursi, se dirigió al campo, a la cuadra de la finca del padre, un improvisado local de ensayo de música rock. Se inspiró en la infancia rural mamada, en esos sanos niños como Cacuito y él, que cayeron en la marmita del potaje. Repartiendo guiños visuales a U2 y The Clash, sonoros a Extremoduro y Serafín X Dios, grabó un vídeoclip en tres días, apoyado por una música y una letra que, como los buenos chistes, hacen gracia a la primera y hastían a la tercera. Rock rústico de lomo ancho. Ajeno a las campañas de márketing, la criatura ruló con éxito por internet, por los ordenatas de los burócratas que nunca bajan a fumar ni a desayunar, los mismos que han terminado subvencionándole un pingüe y efímero verano en todas las plazas de toros del país.