Año nuevo, metas nuevas

Todos los años, Cacuito, después de engolliparse a golpe de campanadas, redacta mentalmente su lista de buenos propósitos. Una sensación de bienestar le recorre la columna vertebral. Se reencarnará en un santo varón, generador de bondades. La armonía se rendirá a sus pies. Regará el mundo con su nobleza. De sus sienes brotarán los árboles frutales de la honestidad. En definitiva, nuevos objetivos, otras metas vitales que jamás se van a cumplir. Lo que debía ser un estímulo para la superación, sólo le proporcionará frustración. Porque no se engañen. No hay quien nos cambie. No tenemos remedio. Será imposible adquirir hábitos beneficiosos. No se planteen marcas: déjenlas para los maratonianos: ésos que al cruzar la meta caen como moscas. Este año, de nuevo, confórmense con ser moderadamente felices. No se hagan daño. Piensen en ustedes mismos.