Debate sobre el Estado de la Ciudad (11 de Noviembre)
Bueno, no ha estado mal. un Pleno Extraordinario interesante, productivo...
Quizás haya sido porque estaba convocado con tiempo, y desde hace meses los grupos municipales y los ciudadanos venían trabajando sobre el Debate del Estado de la Ciudad, un acontecimiento clave, esperado en la vida política del municipio, una herramienta de control y de articulación de mejoras que ha demostrado, año tras año, su eficacia.
Así que, como decía, tanto los grupos municipales como la ciudadanía, a través de las Asociaciones de Vecinos y de otros espacios de participación, llevaban preparados sendos documentos, y numerosas propuestas para mejorar la ciudad, así como un análisis de la situación económica, de infraestructuras y servicios del municipio. Cualquier dato o informe que se necesitara para preparar el Debate se facilitaba sin demora por parte del Equipo de Gobierno. Llegábamos todos, ya digo, con un detallado trabajo de campo y unas cuidadas propuestas, fruto de meses de reuniones con asociaciones, entidades sociales, trabajadores municipales, técnicos, urbanistas...
Tardamos un poco en empezar por cuestiones técnicas: el pleno sería televisado, como siempre, pero esta vez habían desplegado más cámaras, y el montaje de todo aquello se alargó más de la cuenta. Las redacciones habían mandado también a sus mejores redactores políticos para cubrir el pleno y la sala ofrecía una inusual agitación. Poco a poco todo se fue calmando, las cámaras se encendieron, el público se fue sentando y el Alcalde entró en el salón. Se le veía contento.
Comenzó la sesión. El Alcalde agradeció al grupo socialista que hubiera convocado, meses atrás, este Pleno Extraordinario. "Esto es cosas de todos, no hay nada que agradecer" respondió el portavoz socialista, y con ese buen clima empezaron los debates iniciales. Se notaba un noble deseo de aportar en positivo, unas ganas de construir una ciudad mejor, de arreglar los problemas de la gente... nada de batalla política, nada de cacareos partidistas, nada de acusaciones envenenadas. La situación, por otra parte, lo exigía, el complicado panorama demandaba de cada uno un esfuerzo extra por construir. Y en eso estábamos: construyendo. Empezaron los socialistas, siguió la portavoz no adscrita, y después habló el portavoz de mi partido, Izquierda Unida. Enfrente, la bancada popular tomaba aplicadamente notas, consultaba papeles, ordenaba las propuestas, también el alcalde se veía muy interesado en las propuestas de unos y otros, sinceramente interesado.
Luego les tocó el turno a los ciudadanos, que a través de sus representantes designados en las distintas asociaciones y entidades, fueron hilvanando sus discursos y exponiendo sus propuestas. Y el equipo de Gobierno seguía tomando notas. El turno de los ciudadanos ocupó casi tanto como del de los grupos municipales, se veía que habían hecho un buen trabajo en sus espacios de participación, y la mayoría de sus propuestas eran concretas y factibles, no precisaban de mucho dinero ni de grandes plazos.
Le tocó entonces del turno al portavoz de Partido Popular. Fue analizando una por una las propuestas que había ido anotando. El tono era conciliador, pese a la crítica implícita a la gestión del gobierno que suponían muchas de las propuestas. Analizó las propuestas, la viabilidad de cada una de ellas, la improcedencia de algunas, la oportunidad de otras, pidió colaboración al resto de concejales y repartió trabajo, defendió la gestión que estaban haciendo con datos, con argumentos, nada de caer en el insulto, en la bravuconada o en el manido tú-más, tan propio de épocas pretéritas.
Quedaron de relieve las preocupaciones de unos y otros: el empleo, el mediambiente, la sostenibilidad financiera del Ayuntamiento, la necesidad de mejorar la participación. El portavoz popular agradeció especialmente el futuro carril bici que se estaba diseñando, y aseguró que estaba aprendiendo a montar en bici para estrenarlo. Con esto quiero insistir en el buen tono que reinaba en la sala.
De nuevo le tocaba el turno a grupos municipales y ciudadanos, que modificaron alguna parte de sus discursos, también algunas propuestas para adaptarlas o mejorarlas, asumieron responsabilidades en los equipos y comisiones de trabajo que se pondrían en marcha y quedaron a disposición del equipo de gobierno para concretar las propuestas y calendarizarlas.
Al final habló el alcalde. Pese a llevar mucho años en el cargo se le veía con ganas. Nada de nostalgias del 95, nada de remontarse al siglo pasado para detallar logros. No, su discurso se centró en el futuro, en el mañana, en los retos pendientes, en la necesaria colaboración de todos los agentes sociales para ir superando la crisis. Desgranó un discurso inclusivo, valiente, arriesgado, sin dobles intenciones ni dardos envenenados. Onubensismo. Y más allá.
Luego se votaron las propuestas, una por una, alguna se tumbó, pero la mayoría se asumieron y calendarizaron. El público aplaudió, los concejales nos levantamos y aplaudimos también. Por el trabajo hecho, por los retos pendientes. Después no saludamos afablemente, y volvió cada uno a sus quehaceres.
Un Pleno, sin duda, interesante y productivo...
Quizás haya sido porque estaba convocado con tiempo, y desde hace meses los grupos municipales y los ciudadanos venían trabajando sobre el Debate del Estado de la Ciudad, un acontecimiento clave, esperado en la vida política del municipio, una herramienta de control y de articulación de mejoras que ha demostrado, año tras año, su eficacia.
Así que, como decía, tanto los grupos municipales como la ciudadanía, a través de las Asociaciones de Vecinos y de otros espacios de participación, llevaban preparados sendos documentos, y numerosas propuestas para mejorar la ciudad, así como un análisis de la situación económica, de infraestructuras y servicios del municipio. Cualquier dato o informe que se necesitara para preparar el Debate se facilitaba sin demora por parte del Equipo de Gobierno. Llegábamos todos, ya digo, con un detallado trabajo de campo y unas cuidadas propuestas, fruto de meses de reuniones con asociaciones, entidades sociales, trabajadores municipales, técnicos, urbanistas...
Tardamos un poco en empezar por cuestiones técnicas: el pleno sería televisado, como siempre, pero esta vez habían desplegado más cámaras, y el montaje de todo aquello se alargó más de la cuenta. Las redacciones habían mandado también a sus mejores redactores políticos para cubrir el pleno y la sala ofrecía una inusual agitación. Poco a poco todo se fue calmando, las cámaras se encendieron, el público se fue sentando y el Alcalde entró en el salón. Se le veía contento.
Comenzó la sesión. El Alcalde agradeció al grupo socialista que hubiera convocado, meses atrás, este Pleno Extraordinario. "Esto es cosas de todos, no hay nada que agradecer" respondió el portavoz socialista, y con ese buen clima empezaron los debates iniciales. Se notaba un noble deseo de aportar en positivo, unas ganas de construir una ciudad mejor, de arreglar los problemas de la gente... nada de batalla política, nada de cacareos partidistas, nada de acusaciones envenenadas. La situación, por otra parte, lo exigía, el complicado panorama demandaba de cada uno un esfuerzo extra por construir. Y en eso estábamos: construyendo. Empezaron los socialistas, siguió la portavoz no adscrita, y después habló el portavoz de mi partido, Izquierda Unida. Enfrente, la bancada popular tomaba aplicadamente notas, consultaba papeles, ordenaba las propuestas, también el alcalde se veía muy interesado en las propuestas de unos y otros, sinceramente interesado.
Luego les tocó el turno a los ciudadanos, que a través de sus representantes designados en las distintas asociaciones y entidades, fueron hilvanando sus discursos y exponiendo sus propuestas. Y el equipo de Gobierno seguía tomando notas. El turno de los ciudadanos ocupó casi tanto como del de los grupos municipales, se veía que habían hecho un buen trabajo en sus espacios de participación, y la mayoría de sus propuestas eran concretas y factibles, no precisaban de mucho dinero ni de grandes plazos.
Le tocó entonces del turno al portavoz de Partido Popular. Fue analizando una por una las propuestas que había ido anotando. El tono era conciliador, pese a la crítica implícita a la gestión del gobierno que suponían muchas de las propuestas. Analizó las propuestas, la viabilidad de cada una de ellas, la improcedencia de algunas, la oportunidad de otras, pidió colaboración al resto de concejales y repartió trabajo, defendió la gestión que estaban haciendo con datos, con argumentos, nada de caer en el insulto, en la bravuconada o en el manido tú-más, tan propio de épocas pretéritas.
Quedaron de relieve las preocupaciones de unos y otros: el empleo, el mediambiente, la sostenibilidad financiera del Ayuntamiento, la necesidad de mejorar la participación. El portavoz popular agradeció especialmente el futuro carril bici que se estaba diseñando, y aseguró que estaba aprendiendo a montar en bici para estrenarlo. Con esto quiero insistir en el buen tono que reinaba en la sala.
De nuevo le tocaba el turno a grupos municipales y ciudadanos, que modificaron alguna parte de sus discursos, también algunas propuestas para adaptarlas o mejorarlas, asumieron responsabilidades en los equipos y comisiones de trabajo que se pondrían en marcha y quedaron a disposición del equipo de gobierno para concretar las propuestas y calendarizarlas.
Al final habló el alcalde. Pese a llevar mucho años en el cargo se le veía con ganas. Nada de nostalgias del 95, nada de remontarse al siglo pasado para detallar logros. No, su discurso se centró en el futuro, en el mañana, en los retos pendientes, en la necesaria colaboración de todos los agentes sociales para ir superando la crisis. Desgranó un discurso inclusivo, valiente, arriesgado, sin dobles intenciones ni dardos envenenados. Onubensismo. Y más allá.
Luego se votaron las propuestas, una por una, alguna se tumbó, pero la mayoría se asumieron y calendarizaron. El público aplaudió, los concejales nos levantamos y aplaudimos también. Por el trabajo hecho, por los retos pendientes. Después no saludamos afablemente, y volvió cada uno a sus quehaceres.
Un Pleno, sin duda, interesante y productivo...
Así es cómo deberían ser, ¿no?. Es que nada más llegar al principio del cuarto párrafo, deja uno de pensar en nuestros políticos profesionalizados de hoy en día... \ ;-( Abrazos, Manuel