Ciclolitoral 2008: Etapa 9 (Playa Larga de Tarragona-Les Botigues de Sitges)

Ésta ha sido, con diferencia, la peor etapa desde que iniciamos la Ruta CicloLitoral en agosto de 2006. Todo comenzó mientras descansábamos, entre la una y las tres de la madrugada. Aprovechando que dormíamos profundamente tras celebrar con un rico caldo tarraconense que Cristina había culminado con éxito su participación en la CicloLitoral, un artista del hurto se apropió con admirable habilidad del dinero que llevábamos en efectivo, así como de nuestros móviles y algún que otro aparatillo más (la cámara digital del Coleta y el teclado inalámbrico de Manuel). Si el dolo fue del delincuente, la culpa fue nuestra, por confiarnos en exceso y facilitarle las cosas al ladrón. Evidentemente, desde esa noche estamos extremando las medidas de seguridad...

Tras dormir no demasiado bien y darle mil vueltas al asunto, dedicamos toda la mañana a realizar distintas gestiones en Tarragona: volvimos a sacar dinero, nos despedimos de Cristina, anulamos las tarjetas SIM de los terminales sustraídos, Manuel se compró un nuevo móvil, pusimos la correspondiente denuncia en la Comisaría de Policía,...

Por fin, tras reponer fuerzas junto al Balcón del Mediterráneo, retomamos la ruta a eso de las tres de la tarde. Debido al retraso acumulado, tuvimos que aligerar un poco la etapa y prescindir de alguna que otra parada de interés. No obstante ello, tuvimos tiempo suficiente para disfrutar del paisaje y perdernos alguna que otra vez...

Ya en Vilanova i la Geltrú, recuperamos el itinerario previsto y no tardamos mucho en llegar a Sitges, donde nos aprovisionamos para pasar esa noche en la playa de Les Botigues. En esos momentos aún no sabíamos la que nos iba a caer encima, pero no tardamos demasiado en enterarnos...

Entre Sitges y Les Botigues se encuentra El parque Natural de El Garraf, cuyos montes rompen abruptamente sobre el Mediterráneo. Un paisaje precioso, pero bastante duro si se recorre en una bicicleta cargada de bultos. Además, por si fuera poco, a las empinadas e interminables cuestas, tuvimos que sumar las curvas sin apenas visibilidad, varios tramos en obras, un arcén inexistente, numerosos precipicios y una fuerte lluvia que oscureció prematuramente el atardecer de esta jornada. Por fortuna, la combinación de reflectantes y luces nos permitió alcanzar la última cumbre sin sufrir percances, así como descender las empinadísimas bajadas sin demasiados problemas, hasta que llegamos a Les Botigues donde, en la última curva, Manuel pudo experimentar la refrescante sensación de practicar surf sobre el asfalto. Gracias a las rodilleras y demás protectores los rasguños no llegaron a más.

En resumidas cuentas, 24 horas para olvidar y, a ser posible, no repetir nunca jamás.

Besos y abrazos:

Manuel

PD: Esta aciaga etapa nos hizo sufrir a lo largo de más de 90 km.