no me llamarán poeta
Ni tuyas serán las palabras más tristes que yo pueda escribir.
Ni desaparecerán los horizontes donde muera tu vuelo.
Escucha estos versos que te canto, desde el silencio,
que le arranco a la memoria, al secreto, como si fuesen
criaturas errantes en un bosque de olvidos.
Oye mis palabras, que resuenan como campanas,
que, hacia mi ausencia, me separan de tí.
No es la muerte tu fin, ni a mí me llamarán poeta en este adiós.
Adiós, mi último himno, mi último verso que se perderá, hondo,
en lo más profundo de la tierra, en este arroyo quieto,
que se desvanece, silente, entre las últimos latidos
de este cuerpo mortal. No me llamarán poeta, y sin embargo
aún puedo abrir las ventanas y ver las praderas
por donde tanto paseé y rememorar mis pensamientos
de libertad. No me llamarán poeta, pero aún puedo levantar
mi copa y brindar entre las sombras, porque así es la poesía.
Ni desaparecerán los horizontes donde muera tu vuelo.
Escucha estos versos que te canto, desde el silencio,
que le arranco a la memoria, al secreto, como si fuesen
criaturas errantes en un bosque de olvidos.
Oye mis palabras, que resuenan como campanas,
que, hacia mi ausencia, me separan de tí.
No es la muerte tu fin, ni a mí me llamarán poeta en este adiós.
Adiós, mi último himno, mi último verso que se perderá, hondo,
en lo más profundo de la tierra, en este arroyo quieto,
que se desvanece, silente, entre las últimos latidos
de este cuerpo mortal. No me llamarán poeta, y sin embargo
aún puedo abrir las ventanas y ver las praderas
por donde tanto paseé y rememorar mis pensamientos
de libertad. No me llamarán poeta, pero aún puedo levantar
mi copa y brindar entre las sombras, porque así es la poesía.
Sí, así es, una dulce y necesaria tortura.
Un abrazo.