Desde el silencio
En los océanos me miro, buscando esa palabra perdida que se desborda y se abre y es un espejo donde mirarse y contemplarse. Yo ya no lloro sino por esa sangre desgarrada de los que lloran, de los que piden y claman en el eco de la noche. Desde el silencio, desde la sombra, sumerjo las palabras en la sangre de esta tierra herida de muerte por el olvido de los hombres. En silencio, sentado en esta isla, soy un mar de dudas donde entran y salen los pájaros para no perecer fuera del laberinto. Desde el silencio, lanzo redes, doblo esquinas y atravieso túneles mientras mueren los niños entre los cipreses.
En ocasiones es el silencio el mejor altozano desde el que contemplar las cosas con la suficiente templanza como para hacernos cargo de nuestras propias debilidades, de esa vulnerabilidad humana tantas veces exportada a cuanto nos rodea. Somos aire.
Mis saludos compañero.