Punta Umbría ¿Turismo de calidad?
Qué significa turismo de calidad. Desde luego que lo que no puede ser es un mero panfleto publicitario o una proclama de político charlatán.
Debe existir una correlación entre lo que dices que ofreces y lo que realmente el turista se encuentra. En calidad y en cantidad.
Servicios como los de recogida de residuos, limpieza de vías públicas, mantenimiento de un ámbito de convivencia pacífico, tranquilo, adecuado al relax buscado por el turista, un diseño urbanístico humanizado que permita coexistir al cemento con el parque, al viandante con el vehículo motorizado, a la bicicleta con la motocicleta... Y un servicio sanitario de calidad, una oferta cultural que tenga en cuenta a todo tipo de público,... todo todo y más se tendría que dar.
Y qué tenemos en Punta Umbría. Por lo menos qué tenemos en la Punta añeja, la del veraneante o el visitante de toda la vida, porque después algo diré de las nuevas zonas.
Pues paso a enumerar: tenemos una carencia tremenda de zonas verdes, de lugares por los que pasear tranquilamente, sufrimos unos suelos pletóricos de mugre ¡de porquería!, unas aceras invadidas por basura, por moscas y lixiviados. Tenemos un tremendo dolor de cabeza en todo lo alto en la diaria tarea de encontrar aparcamiento. Tenemos unas aceras estrechas estrechas porque no se nos ocurrió aprovechar la última oportunidad que teníamos de rediseñar el pueblo a la par de levantar pisos de tres y cuatro plantas donde antes había casas de planta baja. Tenemos una oferta cultural basada en los coches-discoteca y en las timbaladas, que de forma gratuita iluminan nuestras noches, siempre a partir de la una, de las dos,...
Botellones primero, los demás a un lado. Ese debe ser el eslogan cuando, llegado el “finde” (fin de semana), todo se orquesta alrededor del macro centro de diversión enquistado en la avenida de la ría. Calles cortadas al tráfico de vehículos de motor y dificultades para dar un sencillo paseo. Desde que el macro botellón se instala en este lugar hasta que las máquinas de limpieza dejan de hacer ruido son unas 10 horas de la más absoluta intranquilidad. Y qué limpio está todo por la mañanita... sobre todo tras arrojar con la manguera kilos y kilos de basura a la ría. La prioridad no es la de la persona que descansa, eso es de una certeza absoluta. Ni de la que tiene que acceder en coche a su vivienda, de la que quiere disfrutar de su ocio siendo respetuoso con el medio ambiente urbano... La acción de la Policía Municipal refuerza esta mi impresión.
Como el modelo anterior nos ha salido de forma nefasta, como durante años hemos persistido en los mismos errores a pesar de lo evidente de éstos, ahora hay que inventarse la Punta del futuro. Todo lo anterior no sirve, perdimos la ocasión de hacer una Punta habitable pero ahora sí, ahora nos va a salir bien.
A costa de un patrimonio público inestimable e irrecuperable vamos a ofreceros... y es en este momento cuando el mago introduce su mano en la chistera, ¡alehop! ¿un conejo? ¡no!: una infinidad de gigantes de hormigón que por arte de magia se han convertido en la Punta del turismo de calidad. A costa de la naturaleza que permite una real calidad de vida. Ya no quiero a ningún político rasgarse las vestiduras ante los desastres ambientales (incendios y similares) cuando en pro del desarrollo sostenible nos comemos hectáreas y hectáreas de arbolado.
Ya Punta ¿Umbría?, cada vez más soleada, sí está a la altura. No es la Punta entrañable sino la del campo de golf en tierras de sequía, la del guiri que con su “todo incluido” ni se acerca a comer “pescaíto” frito a nuestra imposible calle Ancha, que no deja ni un eurito más allá de lo que cobran las multinacionales de los “multiviajes”, que no va a saber qué es Punta porque nunca vino a ello pero que además va a dejar muy poquito de desarrollo sostenible en el municipio.
La ganancia real, la “gorda”, se quedó en el camino, en la especulación del suelo, en el pelotazo que cada vez está siendo más mirado con lupa por “tomates” y similares.
No querría acabar este escrito sin hacer referencia y recordar con cariño a la buena gente de este municipio marinero, a esas gentes que quieren ganarse la vida con dignidad y, a la vez, dejar en herencia un lugar aún tan maravilloso para sus descendientes, para que persista por siempre.
Como el cinismo no es nuestro fuerte, ¡no lo soportamos!: no nos vendáis más turismo de calidad cuando las pasamos canutas para esquivar la mierda por las calles o para poder dormir una noche sin la música estridente. Cuando se nos cae un lagrimón así de grande al ver cómo el patrimonio natural de nuestra Punta desaparece bajo la pala y el hormigón. Gracias.
El artículo me parece buenísimo,entre todos y todas, que somos mucho más de dos, tenemos que denunciar estas barbaridades, para que dejen de especular. Por cierto, yo conozco a una persona "enrollaísima", que se llama Andy, como tú. Lo conocí hace muchos años, a través de mi pareja, Paco Flores, cuándo hacía un curso de Monitor de Tiempo Libre, en Huelva. Desde entonces nos solemos ver en conciertos, manifestaciones, teatro y actividades por el estilo, y siempre que lo veo me alegra muchísimo. ¿Serás tú?...ojalá seas tú.
un saludo