Va y viene; adentro, afuera, abajo, arriba...
Va y viene; adentro, afuera, abajo, arriba.
Es un pistón carnal que alza el deseo
y en lúbrico vaivén mueve al jadeo
ahogado que en sus sones lo cautiva.
Su brío no es constante; a la deriva,
se frena y se acelera; en su meneo,
se aleja y aproxima al apogeo
de su odisea arrítmica y lasciva.
Quisiera atarse al mástil para nunca
jamás rendirse al canto de sirena
que, terco, lo reclama, lo enajena.
Pero un violento, aun grato, espasmo trunca
su frágil voluntad y en su atalaya
se rinde, se desata, afloja, estalla.
Eximio,
alguien me sopla que se incluye ipso facto en unos recortes, dada su profundidad y su relación con la metempsícosis, la metafísica y el metesaca.
Difícil, el dilema terapéutico, voto a bríos (y que no falten).