Usted está aquí: Inicio / Las alas del lobo / Blog / Uñas

Uñas

Cada vez que llamo a tu puerta,
Yo, que como bien tú ya sabes
Soy ateo ¡Te lo juro!:
No me acerco guiando mis pasos,
Sino arrastrado como espuma
Por un viento de otoño ingobernable.
Un vendaval que cada tarde
Se ceba en mis uñas que se aferran
A la nada, tirando de mí hacia tus labios;
Hasta que ya no resisten y se rompen
-Gozo sublime de uñas quebradas-.
Y gaviota me alzo en vuelo
Atraído del aroma de tu orilla,
Y cuando en los instantes de poesía
Que aderezas con banderillas picantes
Y unos tragos de cerveza fría,
Te abres a mí sin precauciones,
Ardo por caer sin alas
En las cálidas cumbres de tu abismo,
Siendo en ti, de ti, sólo contigo,
Fundiéndome, de-rra-mán-do-me
Asiéndome a tu abrazo tal que fuese
Último aliento en el vacío,
Y anhelo seguir junto a ti
Durante toda la noche
Abrazado, abrazados, abrazando,
Prendido a la sima más ignota
De un suspiro,
Saboreando cada centímetro
De tu piel,
Viviendo en los latidos
De tu cuerpo,
Saciando mi sed infinita
En la estela salobre de tu océano,
Mientras rogamos al alba
Que se ausente.
Después,
Al subirme a la garganta
Como nausea irrefrenable
La ansiedad por mi renuncia,
Me despido con desgana
Y se me duelen las uñas
Que hincaré de nuevo al aire.
Y me siento agradecido -mientras tú
Me agradeces la visita-
Por tenerme tu puerta abierta
De par en par, siempre.
Más tarde, mucho más tarde,
Cuando consigo aplacar la sangre a duras penas
Que golpea y me golpea desde adentro
Me acuesto y sueño contigo
Y anhelo con todas mis fuerzas
Seguir y seguir durmiendo
A tu lado, en ti, contigo
En el rincón más profundo
De un sueño.