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Sembrar el petróleo. O la pirita; o el ladrillo...

Arturo Uslar Pietri (Caracas, 1906 - 2001), Doctor en Ciencias Políticas y Económicas, y considerado como el intelectual más importante de la Venezuela del pasado siglo, desempeño labores de abogado, periodista, escritor –cultivó una amplía gama de géneros, desde el ensayo a la poesía, pasando por la novela, y, entre otros premios, recibió en 1990 el Príncipe de Asturias de las letras-, productor de televisión y político. Fue ministro de Educación (1939-1941) y de Hacienda (1939-1941) y con el derrocamiento del presidente Medina fue encarcelado y, posteriormente, desterrado a Estados Unidos. A su regreso a Venezuela, en 1958, fue de nuevo detenido por el dictador Pérez Jiménez. En 1963 fue candidato a la presidencia de la República, siendo su candidatura la cuarta más votada.

El 14 de julio de 1936 el diario Ahora, residenciado por aquel entonces en Caracas, publicó en su primera página una editorial titulada “Sembrar el petróleo”, donde Pietri exponía una novedosa tesis, nunca antes expresada en su país y puede que tampoco con tanta claridad y contundencia a nivel mundial, y que, en parte, adelantaba alguno de los conceptos básicos de lo que muchas décadas después se ha dado en denominar “desarrollo sostenible”.

Consideraba Pietri que la economía basada en la extracción de petróleo era una economía meramente destructiva (algo evidente al tender al agotamiento de un recurso no renovable) y que, además, por su carácter monocultivista y por la preeminencia dada al mismo desde lo público, estaba contribuyendo a destruir el resto de las bases económicas de Venezuela (algo que también era evidente). La tesis de Pietri, entre otras enseñanzas, contiene la idea de que los ingresos procedentes del aprovechamiento de los recursos naturales, especialmente en el caso de los no renovables, deben ser reinvertidos para garantizar otros activos alternativos antes de que se produzca el agotamiento definitivo de éstos.

Decía Pietri: "Urge crear sólidamente en Venezuela una economía reproductiva y progresiva. Urge aprovechar la riqueza transitoria de la actual economía destructiva para crear las bases sanas y amplias coordinadas de esa futura economía progresiva que será nuestra verdadera acta de independencia. Es menester sacar la mayor renta de las minas para invertirla totalmente en ayudas, facilidades y estímulos a la agricultura, la cría y las industrias nacionales. Que en lugar de ser el petróleo una maldición que haya de convertirnos en un pueblo parásito e inútil, sea la afortunada coyuntura que permita con su súbita riqueza acelerar y fortificar la evolución productiva del pueblo venezolano en condiciones excepcionales".

En este párrafo, entre otros aspectos, resulta evidente una crítica contundente a modelos económicos de carácter colonial, basados habitualmente en la explotación de un producto en régimen de monocultivo, cuando Pietri hace referencia a la necesidad de la diversificación productiva “del pueblo” como único modo de lograr una “verdadera acta de independencia”. En la actualidad hay numerosos ejemplos de pueblos supuestamente independientes en el plano político, pero que, a causa de la explotación que de sus recursos hacen las grandes compañías transnacionales radicadas en el “primer mundo” y, en muchas ocasiones, con el indecente y descarado apoyo militar de las “grandes potencias”, continúan sumidos en una realidad colonial decimonónica.

Pero también hace Pietri una crítica sin fisuras al cortoplacismo que sacrifica las posibilidades de las generaciones futuras a la avaricia del presente: “Cuando se considera con algún detenimiento el panorama económico y financiero de Venezuela se hace angustiosa la noción de la gran parte de economía destructiva que hay en la producción de nuestra riqueza, es decir, de aquella que consume sin preocuparse de mantener ni de reconstituir las cantidades existentes de materia y energía. En otras palabras la economía destructiva es aquella que sacrifica el futuro al presente, la que llevando las cosas a los términos del fabulista se asemeja a la cigarra y no a la hormiga.”

En definitiva, el texto de Arturo Uslar Pietri es toda una lección de sentido común y de política económica que, por desgracia, no se ha llegado a tener en cuenta ni en Venezuela ni casi en ningún otro lugar del mundo.

Un claro ejemplo de ello lo podemos encontrar en las comarcas mineras de la provincia de Huelva, donde nunca se prestó atención al carácter destructivo de la minería, ni a su transitoriedad, de modo que el sector ha terminado significando una maldición similar a la que anunciaba Pietri en relación con el petróleo venezolano.

Así, en la actualidad, la reactivación y diversificación productiva provincial presenta muchas más dificultades que si se hubieran acometido las políticas adecuadas, en la línea apuntada por Pietri, durante las épocas de mayor bonanza minera (momento en que parte de los beneficios mineros debería haberse utilizado para preparar un futuro sin minería), para sentar las nuevas bases económicas necesarias para cuando llegase la inevitable caída del sector. No obstante los poderes públicos han sido inoperantes y siempre se han inhibido en este sentido para mayor beneficio de las multinacionales que han colonizado la economía del área.

Y, de este modo, la dinámica económica propia de una economía de corte colonial –o neocolonial, como se prefiera- ha llevado en la provincia a la sustitución de un monocultivo, el de la pirita, de carácter destructivo, por otro tan destructivo como éste, centrado en la explotación abusiva del suelo, otro recurso no renovable, por dos actividades de carácter marcadamente especulativo: la actividad inmobiliaria y una agricultura intensiva que se desenvuelve sin necesidad de agricultores. Y sin la reinversión de los activos financieros necesarios, que se marchan fuera, para que los habitantes de Huelva logren al fin su “acta de independencia” y se puedan sacudir el yugo de un colonialismo de siglos.

Entretanto, los poderes públicos y determinados agentes sociales, ataviados con el indecente e hipócrita disfraz de defensor de la provincia y sus pobladores, cruzados de brazos y sin hacer frente, e incluso alentando, a los intereses privados que hacen inviable el avance de un verdadero desarrollo sostenible para nuestra provincia.

Desde el inframundo del imperio del mercado, nuestra provincia ha sido “predestinada” a sufrir la dantesca condena del colonialismo, la explotación de sus recursos y, en un futuro no muy lejano, la del desierto, real en el interior y de cemento y asfalto en su litoral. Un fanatismo religioso como otro cualquiera, un acto de fe, aunque provenga del paganismo más aséptico. Frente a éste Hades perverso sólo queda la actuación contundente de la sociedad para hacerle frente. Tarea ardua cuando los agentes políticos o de cualquier otro carácter en los que han delegado los ciudadanos, en lugar de hacer la tarea que les fue encomendada, se dedican a mentir y a adormecer a esa misma sociedad para allanar el camino a los ingenieros de infiernos.

Sembrar, como intuyó Uslar Pietri, es la clave del futuro. Pero, aquí, nos dominan orondos y pusilánimes estrategas de la tierra quemada con su estómago agradecido y los pantalones caídos. ¿Habrá que acudir a la acción directa aun a riesgo de ser tildados de terroristas? Probablemente el riesgo valga la pena con tal de enfrentarse al “destino” que nos han marcado cuatro desaprensivos.
archivado en:
agariro
agariro dice:
23/07/2006 15:11

la virgen, muy evocador. Ojalá algun político de nuestras tierras lo leyese. Pero creo que no saben leer.