Más que mil
Sólo
Esa la que sin saber
Tú sabes
Y desarraigaría mis ojos
Del color ausentes
Para amasarlos en artesa de argento
Jadeantes
Y aderezados de risas y lágrimas
-tus risas y mis lágrimas-
Los serviría de anochecida
Para deleite de las alimañas
A tientas
¿Puede medirse el dolor?
¿Qúe bálsamo es el adecuado para aliviar el desamor?
La extrañeza (del otr@) aunque esté presente ¿puede calmarse con algún antídoto?
Creo que sólo existen dos remedios: el tiempo y la poesía.
Quedan otros recursos más drásticos: la locura -esa muerte lenta- o el suicidio. Pero estas no son aconsejables.
Por tanto, recurramos a la poesía, si es posible, acunada en una cestilla hecha con mibres de tiempo.
UN ABRAZO, RAFA
PACO HUELVA