Licencia para matar (por Rafa León)
“Bush, mi nombre es Bush” es lo que, emulando al agente 007, nos ha venido a decir el Gobernador de Florida, al rubricar la nueva ¿ley? contra el crimen aprobada por la Asamblea Legislativa de aquel estado “yanqui go home”. Ha debido pensar que era preciso ponerse a la altura de su hermano George W., “el carnicero de Basora”, en la humanitaria tarea de imponer el orden y la justicia infinita. Y ¿qué mejor modo de hacerlo que recolectando muertos? Porque esta nueva Ley acaba de otorgar a todos los ciudadanos de Florida licencia para matar.
Y es que la susodicha Ley dispone que los ciudadanos pueden recurrir a la “fuerza mortal” en la vía pública si creen razonablemente estar amenazados de muerte o de sufrir graves daños. Ahora si que se puede organizar la verdadera madre de todas las batallas. Porque claro, ¿quién determina lo que resulta o no razonablemente una amenaza que merezca tan desproporcionada respuesta? ¿Quién determina lo que es una amenaza o no lo es? ¿Cuántas veces, en esta sociedad del miedo patológico en la que vivimos, sentimos como amenaza grave algo que no lo es? Lo cierto es que los ciudadanos de Florida acaban de convertirse de un plumazo en un espantoso híbrido en cuyo cuerpo despojado de alma se confunden policía, jurado y verdugo. Algo así como una santísima, o demoníaca, trinidad de los infiernos. Ni la más avanzada ingeniería genética sería capaz de algo semejante.
Y lo peor de todo es que cada vez es más frecuente que, desde este lado del Atlántico, acabemos importando con agrado la barbarie y podredumbre de cualquier esquizofrénica moda norteamericana.
¿Se imaginan una Ley semejante en España? En esta España nuestra (o de otros, no se sabe bien) de las permanentes dos españas. De esta España maniquea donde no deja de crecer como un cáncer el “estás conmigo o contra mí” para mayor gloria de cualquier interés espurio empeñado en fortalecerse con la difusión de los virus del “divide y vencerás” y el “yo a lo mío y que los otros arreen”.
Con estos mimbres, ¿nos sentiríamos legitimados para desenfundar el revolver, como Harry el sucio, y vaciar el cargador contra el pecho del primero que se cruzase con nosotros en la vía pública y nos dijese, por ejemplo, “agur”? Que ya se sabe, está probado, que todos los vascos son seres malignos que llevan una bomba en el bolsillo dispuesta para en cualquier momento explotarnos en las narices. Y, además, al parecer no son ni ciudadanos españoles.
O ¿a ametrallar al primer grupo de inmigrantes norteafricanos que nos encontrásemos en medio de la calle por la que tenemos que transitar? ¡Qué estos “moros” dan mucho miedo! Y además pegan a sus mujeres y no se lavan. Y nos quitan el trabajo que nos pertenece por gracia divina. ¿Habrá mayor amenaza que ésta? Además, éstos no son ni ciudadanos. Puede que ni personas los muy desgraciados, que aquí no dejan de protestar y molestar cuando en sus países de origen no tienen lo que hay que tener (para dulcificar eufemísticamente la expresión machista) para alzar la voz contra sus “democráticos” y “humanitarios” gobernantes.
Aunque, bien pensado, también podríamos patear legítimamente las espinillas de cualquier empresario o directivo de esas multinacionales que envenenan el aire, las aguas y las conciencias, y nos restan años de vida, por mucho que los “responsables” de la cosa sanitaria se afanen en difundir la falta de correlación científicamente probada entre contaminación y riesgo de mortalidad. Aunque no sé, ¡qué estos defensores del progreso y del bienestar social sí que son bondadosos ciudadanos carentes de peligro y colmados de merecido prestigio! Igual terminábamos en la silla eléctrica, que puestos a importar…
En fin, que esta “jamesbondización” que ha iniciado allende los mares el “hermanísimo” del “carnicero”, de prosperar, puede llegar a ser la madre, pero la madre de todos los disparates.
Es verdad, Rafa: Y todavía no ha salido el Papa Nuevo llamando a la objección de conciencia contra esa ley mortal. Por algo debe ser. Sospechoso.
Y, puestos a disparar en defensa propia (cuando la moda se importe) podríamos arremeter (si no fuéramos tan pacifistas) contra algún que otro diazcabrera o javierbarrero, no sé, por nombrar algún traficante de veneno/dólar.
Besitos y a seguir, que ellos son poderosos y se les oye mucho.
MARIA