La catástrofe
CUANDO, tras varios meses incomunicado en la montaña, y habiendo recorrido estupefacto las deshabitadas calles del arrabal, llegó a las urgencias de aquel hospital en las afueras, un profundo terror se apoderó de su ánimo. El silencio absoluto, los pasillos desiertos, la inaudita tranquilidad que se respiraba en el ambiente, sólo podían ser el síntoma de que algo terrible e irreparable había sucedido en su prolongada ausencia. Y dejó volar su imaginación: la pandemia, las evacuaciones masivas, las cremaciones... De súbito, un desaforado estruendo lo sumió de nuevo de bruces en la realidad, devolviendo la tranquilidad a su ya más que atormentado y aterrorizado espíritu: ¡¡¡¡GOOOOOOOOOOOOOL!!!!, ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA...
jejeje...