Usted está aquí: Inicio / Las alas del lobo / Blog / Hoy

Hoy

a marigó, a todos

Hoy -a los lectores, si es que hay lectores que aún se atrevan a acercarse a algo de lo que trato de decir, que yo me explico bastante mal y últimamente ni yo mismo me entiendo, y a los colegas con los que tengo el tal vez inmerecido honor de compartir este espacio virtual-, os debo pedir disculpas por, en estas últimas semanas, haber estado tan creativo, aunque la creación sea poco menos que mediocre y tan introspectiva. Pero es que no he podido dejar de vomitar en el papel lo que mi miedo me impide gritar al poniente o materializar con la cabeza y el puño bien altos, a pesar de tener en la conciencia la seguridad de que nunca me ha movido el ansia de ser una red o una daga.

Estos días, la fuerza aguda y pesada del lado oscuro, no sólo me ha estado aplastando, como supongo que a la mayoría de vosotros, desde afuera, sino que también ha crecido inconmensurable, desde los adentros, reventándome un sin fin de arterias de esperanza y de pasado que se han perdido irreversiblemente por el desagí¼e, para regocijo de las ratas y la desesperación y el llanto, ocultos tras una cada vez peor fingida sonrisa, de algún que otro ángel. Y el único modo que se me ha ocurrido para luchar contra este acecho afilado y tenebroso de demencias, han sido estos vómitos hechos de sangre y de lágrimas de tinta seca que he arremetido contra todos vosotros y contra quién sabe quién sin merecérselo.

En estos días de martillos y golpes de truenos, cada vez que he escrito algo, al ir a colgarlo en este rincón del universo virtual –tan etéreo como cualquier universo o, quién sabe, si diverso o adverso-, lo primero que hacía era mirar para ver si había aparecido, por entre sus estrellas apagadas, alguien desde su trinchera, o si lo habían visitado, subidos en la cola de un cometa, Miramamolín, Alargaor, Paco o Cacuito, o maría desde su isla-continente en la que sé que siempre habrá la dulce sombra de un abrazo dispuesta a recoger y reconstruir mis despojos. O si había aparecido, en cuarto creciente desde detrás de las nubes, enlaluna, a quién tanto echo de menos últimamente, tal vez por que sus náuseas virtuales me recuerdan a alguien que no es ni nunca ha sido. Pero casi nunca había nadie y, me sentía tan solo, que de nuevo me veía empujado brutalmente a acudir a este doloroso huracán de palabras mal expresadas y con máscara, para tratar de guarecerme de mi mismo y de buscar al menos una rendija de luz en la tiniebla. Y sigo buscando, no me he rendido ni creo que me llegue a rendir nunca, a pesar de la profundidad insondable que va acumulando el pozo. Porque estos vómitos de sangre y tinta seca me elevan un poco hacia esa superficie que sé que existe aunque pueda que nunca alcance a ver la luz de su primavera. Gracias, porque, aunque en estos días no os he visto, tal vez porque todavía no he aprendido la virtud de la ceguera, sé que muchos de vosotros estáis siempre ahí, con una soga desde el brocal.
archivado en:
manuel rubiales
manuel rubiales dice:
04/07/2006 20:04

DESCUIDA, ESTAMOS. ESTAMOS Y COMPARTIMOS CONTIGO LO QUE QUEDA TRAS LAS BAMBALINAS DE LAS PALABRAS, EL MURMULLO ESTREMECEDOR QUE SOSTIENE AL SILENCIO QUE, A VECES, ENVUELVE A LOS CREADORES.

PACO HUELVA
PACO HUELVA dice:
04/07/2006 22:09

Sigue vomitando, Rafa; siempre tendrás amig@s para limpiarte la cara y enderezar tu cuerpo.

UN ABRAZO

PACO HUELVA

angeles
angeles dice:
04/07/2006 23:45

Pues si tienes lectores o lectoras, siento que sufras, pero lo que creas con tu dolor es muy bonito, asi que tu terapia es buena.Salud.

maria g.
maria g. dice:
05/07/2006 02:52

Me decían hace muy poquitas horas que necesitamos vomitar el veneno que tragamos porque ese mal nos impide disfrutar de lo bueno. Y sobre todo porque si no lo expulsamos corremos el riesgo de que el veneno nos ocupe completamente y nos convirtamos en la mierda misma. Y entonces ya no hay remedio.

Mira mis manos, Rafa. Aquí mis manos. Mis hombros, mis palabras