El mensaje
ANOCHE mi amigo Santi llevaba un par de copas de más encima. Y, en esas circunstancias, casi siempre, sin perder la lucidez, su cerebro funciona de un modo diferente, urdiendo asociaciones de ideas fuera de lo común.
-Verás -me comentaba, en tanto se metía entre pecho y espalda el enésimo cubata de ron-, no solo es que los yanquis hayan entrado en un país extranjero a meterle una bala en su cabezota a Ben Laden, es que...
-Pero, Santi -interrumpo-, ¿no decías hace un par de días que no creías que lo hubiesen matado?, ¿que para que fuese así te tendrían que mostrar su cabeza?
-Y no me lo creo, Rafa, pero eso es lo de menos. Lo importante, independientemente de que sea o no cierto, independientemente del golpe de efecto positivo que, sin duda, ha supuesto para Obama un asunto tan abominable de cara a las presidenciales, es el mensaje, Rafa, lo importante es el mensaje.
-¿El mensaje?; no te entiendo, Santi.
-!El mensaje, sí, hombre, el mensaje que, con las sucesivas noticias del asesinato de Ben Laden, están dirigiendo los que manejan el cotarro no a los terroristas -al cabo, qué mayores terroristas que ellos mismos-, sino a todos aquellos, cada vez menos numerosos, que se permiten cuestionar el orden establecido con sus injusticias y tantas y tantas y tantas miserias, y plantear o reivindicar posibles alternativas.
-Sigo sin comprender.
-Bueno, te lo trato de explicar. Como te decía, no sólo es que hayan entrado en Paquistán en plan hollywoodiense a asesinar a un individuo; es que después, con absoluto desparpajo, han confesado que el tío estaba completamente desarmado y, aun así, ¡pum!, a tomar por culo. Y, chico, más aplausos en el patio de butacas. ¿No te das cuenta? Están diciéndonos, "señores, no se pasen ni un pelo, que nosotros somos los putos amos; que nosotros, con la colaboración de los medios de manipulación masiva a nuestro servicio, los podemos estigmatizar hasta tal punto, que si un día se nos antoja ir a pegarles un tiro en la cabeza para quitarnos de en medio una puñetera mosca cojonera, nadie vendrá a pedirnos cuentas. Muy al contrario, nos aplaudirán enfervorecidos y llenos de agradecimiento nuestro crimen". Ese, Rafa, ese es el mensaje. El buitre del fascismo más atroz, un fascismo hasta ahora nunca conocido, por mucho que se disfrace de paloma democrática, sobrevuela por encima de nuestras cabezas dispuesto a engullirnos, Rafa.
Lo miro atónito y en silencio, y apuro el último trago de cerveza, que me sabe más amargo que nunca.
Dile a tu amigo que no deje de tomarse ese par de copas: ebrio es mucho más indigesto todo esto que nos hacen tragar...