El lado oscuro
Pero el lado oscuro, cuando se extiende y va ocupando día a día nuevos “nichos ecológicos”, sigue ese, pienso que nada exacto, patrón ecológico por el cual todo ser vivo que experimenta ese proceso tiende a diversificarse para adaptarse a las características físicas del nuevo espacio, por lo general también vivo, sobre el que comienza a asentarse. Esto anterior, como comprenderá el lector, no es más que una complicada o estúpida metáfora -no lo sé bien, dependerá también de la interpretación de cada cual-, pues, como también podrá entender, tratar de buscar en el lado oscuro algo relacionado con la ecología o afín a la vida es una labor ímproba por no decir imposible.
En la actualidad, el “nicho ecológico” más apetecible sobre el que cierne sus alas muertas el lado oscuro, que es, como ya he tratado de explicar –tal vez sin resultados-, uno, pero a la vez diverso, se sitúa en el denominado “ensanche sur”. Allí una parte de ese lado oscuro pugna por extender su dominio en forma de hormigón, asfalto y ladrillo (aderezados por alguna brizna verde para atraer más fácilmente a los incautos con su fuerza) con el objetivo de arrinconar a la otra parte oscura, la que pretende extenderse bajo el imperio de lo químico (para unos domino de lo tóxico y para otros oportunidad de futuro bendecida por el nada fácil don de la inocuidad), a fin de terminar por hacerla batirse en deshonrosa retirada.
Pero no nos engañemos, todo se trata de un bien urdido espectáculo teatral, el lado oscuro jugando a hacernos creer que sus diferentes diversidades se encuentran enfrentadas y que de ello podemos sacar alguna ventaja aquellos que aún no hemos sido abducidos por las hordas imperiales. Pero el lado oscuro, ya traté de argumentarlo antes, es diverso, pero también único. Y está hecho del material de la muerte disfrazado de progreso y calidad de vida. Y este enfrentamiento ficticio, de seguir adelante, terminará por otorgar una nueva inapelable e irreversible victoria al lado oscuro, con la creación de una nueva área residencial inmersa en la densa atmósfera de lo químico, que es básico, que es inerte, aunque desde mi punto de vista nada acreditado, tóxico.
En el contexto de esta batalla estelar no podemos dejar de tener en cuenta que, en la actualidad, el lado químico procede a un fortalecimiento importante de sus estructuras productivas, el ciclo combinado de ENDESA es sólo la punta del iceberg, que hacen presagiar que su posible derrota aún se encuentre a años luz (por seguir con los símiles galácticos), oculta en la casi impenetrable nebulosa del mar de las confusiones. Y por otra parte, la versión urbanística (eufemismo de inmobiliario, que es un término como más tabú) del lado oscuro, con el argumento de un improbable acercamiento de la ciudad a su Ría –no olvidemos que estamos hablando del lado oscuro-, puede terminar ensanchando el compacto muro que cada vez nos separa más de la misma. Y a ésta que empieza ya a resultar una especie de saga estelar de leyenda sumida en la paradoja, habría que añadir aún una paradoja más. La que enfrenta la pujanza y avidez del lado oscuro inmobiliario con el hecho de que según el Censo de Viviendas de 2001, existiesen en Huelva un total de 7.117 viviendas vacías en ese año, con capacidad para acoger a una población, teniendo en cuenta el tamaño medio actual de los hogares, de poco menos de veinticinco mil nuevos habitantes. Pero no quedan ahí las paradojas, pues otro hecho censado nos permite saber que entre los años 1991 y 2001, la población de Huelva permanece prácticamente estancada, experimentando incluso un ligero decrecimiento. Pero todo eso no significa nada para el lado oscuro de la fuerza en su ímpetu por cubrirlo todo con su omnipresencia.
Pero ¿qué pretende el lado oscuro con su perverso juego? Buena pregunta, pero difícil de responder, los caminos del imperio son inescrutables, y su rostro –y esto le otorga buena parte de su fuerza- desconocido. Aunque a la postre, el lado oscuro siempre ha ido en pos del mismo objetivo: el beneficio económico privado y muy exclusivo, a costa de la merma del patrimonio común, poniendo de camino en riesgo –no hablo de peligro sino de riesgo, más que nada para evitar que me tilden de alarmista, que lo harán, que es un buen modo de propiciar el descrédito- la salud. De los destrozos ambientales, mejor no hablar por evidentes.
Y entretanto, ¿en que se ocupa el otro lado de la fuerza, el que debería pugnar por extender la luz y la transparencia?, si es que ya no se ha pasado en parte o del todo a las filas de los adoradores de las sombras. Pues en esta particular “Star War” onubense, el senado intergaláctico (que para entendernos se correspondería con los diferentes departamentos gubernamentales, tanto estatales, como autonómicos, como locales, con alguna competencia, ¿o será incompetencia?, sobre el tema) como mucho se ocupa en lavarse con fruición las manos (para tratar de mantener la esperanza asumiré, no sin cierto recelo, que aún no ha sido abducido en su totalidad o en parte). El lado oscuro fingiendo un cruenta batalla y el lado, que como digo debería representar la luz, en plena retirada o cambiándose de filas. Y contribuyendo por acción y/u omisión a que el ciudadano de nuestra pequeña estrella tartesia no salga de su letargo o del camino de la abducción.
Y así, el lado oscuro extendiéndose sin necesidad de esforzarse demasiado. Y preparando una nueva mutación en el proceso de diversificación que continúe garantizando su verdadera esencia: la unicidad. ¿Cuál será esa nueva mutación? No podremos saberlo hasta tener encima de nuestras cabezas a la flota interestelar del imperio ¿Tal vez la nuclear?
En fin, supongo que tras estas demenciales líneas que he escrito con la inconsciencia de no dejarme vencer totalmente por el miedo y por la desidia, recibiré desde todas partes; no por el daño que puedan hacer al lado oscuro, que como mucho podría llegar a alcanzar la categoría de insignificante, no por la alarma que pueda ocasionar, que a fuerza de ser invocada a favor de los intereses del lado oscuro, ya casi nunca acude, sino por continuar resistiéndome a ser abducido.
El lado oscuro de la fuerza es poderoso. Y su rostro aparece oculto para evitar ser identificado. Si no logramos extender la luz que lo ilumine y nos lo descubra… Estamos perdidos. Abducidos para siempre.
Ingenioso y mordaz artículo Rafa. Preparemos nuestras espadas laser, la batalla se presenta larga y despiadada, desgraciadamente ¿no?.