Del tiempo en que fuimos eternos
Cuando era un tierno infante yo pensaba
Que todo en este mundo era perenne;
Que el fuego, en la tormenta, siempre indemne
Por mucho que lloviese resultaba.
Soñaba que mi mama de mi lado
Jamás por un instante faltaría,
Que yo, en sus brazos cálidos, sería
Eterno niño siempre acompañado.
Es cierto que el dolor, de vez en cuando,
Mis sueños atería igual que el viento
Escarcha el agua, gélido, soplando;
Más breve en mi memoria era el lamento
Y alegre y sin pesar seguía soñando
Con ser inmarcesible y vasto aliento.