De calores, leches, liebres y mares (Fair Head"s Blues)
Los calores estivales, unidos al incendio preelectoral y al fuego fatuo del dinero fácil, aun a cambio de una hipoteca social y particular de por vida, son ideales para reblandecer cerebros y desterrar la coherencia y el buen entendimiento allende los mares estigios, es decir, sin posibilidad de regreso. Divina comedia.
Con este hirviente caldo de cultivo, al que habría que añadir la existencia de un listo de escasa inteligencia ocupando algún cargo público “importante”, llega un promotor, y se vuelve a escribir una vez más el cuento de la lechera. Pero con muy mala leche.
Y el buen señor, preocupado por el futuro del pueblo, nos construye 1150 viviendas, aptas para acoger a casi 4000 almas, en un municipio que cuenta en la actualidad con 873 habitantes y con tan sólo 349 viviendas familiares. Y 2013 plazas de alojamiento hotelero cuando el empresariado, en su estrategia de acoso y derribo al Plan de Ordenación del Territorio de la Comarca del Litoral Occidental de Huelva –eufemismo para denominar y legitimar a la vorágine inmobiliaria-, y a sus débiles restricciones al cemento y al ladrillo sepultando pinares y playas, repite hasta la saciedad que en la provincia, si algo sobra son plazas hoteleras. Y un campo de golf, otro más, porque dicen que nos sobra el agua; el agua es un elemento tan dúctil que sobra o falta al antojo del politicastro y de los mercaderes de turno. Y 3300 aparcamientos, cuando hoy en el municipio sólo contabilizan las estadísticas oficiales 311 turismos. ¡Opá, via"jasé un corrá! Así crece un cáncer.
En tres años, según dicen las malas lenguas, se habría construido en mitad del páramo un nuevo núcleo de población, 3 ó 4 veces mayor que el actual, destinado a una suerte de élite motorizada y amante del deporte de meter bolitas blanco inmaculado, cuantas más mejor, en unos cuantos agujeritos. Sin duda, mal negocio para la población actual, que, cuando hay que atender a las élites, el sufrido populacho siempre queda relegado a un segundo plano. Y puestos a meter, ya se sabe, a quién haga falta. Delirium tremens.
Pero, además, este promotor, con su operación altruista, además de avanzar en la destrucción del territorio, obrada por obra y gracia de la postración genuflexa de la planificación urbanística y los poderes públicos a los malolientes pies del poder del dinero, parece ser que puede llegar a determinar la política sanitaria y de bienestar social del Gobierno Andaluz, pues, gracias a su gesto de mecenas, nos dicen que, sin duda, se van a construir en el pueblo un geriátrico de última generación y un hospital chipendi lerendi. Si los promotores inmobiliarios, unidos a la estulticia munícipe y la parálisis autonómica, nos “diseñan” el mapa hospitalario y de servicios sociales, a este paso nos podríamos encontrar conque en diez años tenemos en la provincia 80 ó 90 hospitales –“Miami” II, pero “Miami vice”-, y un número de geriátricos capaz de acoger a todos jubilados británicos y alemanes, que igual es de lo que se trata, de vender gran parte de la provincia en parcelas y de convertir el territorio que reste en un gran geriátrico de lujo. Apaga y vámonos. Esperpento surrealista y lisérgico.
Esto, señores, es el progreso. En un lugar que no es de la Mancha y de cuyo nombre mejor no acordarse, por si la estulticia es contagiosa y para no dar publicidad a la “bodoquería”. Lo colectivo sobre lo particular. Desarrollo sostenible. Servicio público. Planificación para el bienestar ciudadano. Por el mar corren las liebres, por el monte, las sardinas, tralará, tralará, tralará… Copón de la baraja.
Con este hirviente caldo de cultivo, al que habría que añadir la existencia de un listo de escasa inteligencia ocupando algún cargo público “importante”, llega un promotor, y se vuelve a escribir una vez más el cuento de la lechera. Pero con muy mala leche.
Y el buen señor, preocupado por el futuro del pueblo, nos construye 1150 viviendas, aptas para acoger a casi 4000 almas, en un municipio que cuenta en la actualidad con 873 habitantes y con tan sólo 349 viviendas familiares. Y 2013 plazas de alojamiento hotelero cuando el empresariado, en su estrategia de acoso y derribo al Plan de Ordenación del Territorio de la Comarca del Litoral Occidental de Huelva –eufemismo para denominar y legitimar a la vorágine inmobiliaria-, y a sus débiles restricciones al cemento y al ladrillo sepultando pinares y playas, repite hasta la saciedad que en la provincia, si algo sobra son plazas hoteleras. Y un campo de golf, otro más, porque dicen que nos sobra el agua; el agua es un elemento tan dúctil que sobra o falta al antojo del politicastro y de los mercaderes de turno. Y 3300 aparcamientos, cuando hoy en el municipio sólo contabilizan las estadísticas oficiales 311 turismos. ¡Opá, via"jasé un corrá! Así crece un cáncer.
En tres años, según dicen las malas lenguas, se habría construido en mitad del páramo un nuevo núcleo de población, 3 ó 4 veces mayor que el actual, destinado a una suerte de élite motorizada y amante del deporte de meter bolitas blanco inmaculado, cuantas más mejor, en unos cuantos agujeritos. Sin duda, mal negocio para la población actual, que, cuando hay que atender a las élites, el sufrido populacho siempre queda relegado a un segundo plano. Y puestos a meter, ya se sabe, a quién haga falta. Delirium tremens.
Pero, además, este promotor, con su operación altruista, además de avanzar en la destrucción del territorio, obrada por obra y gracia de la postración genuflexa de la planificación urbanística y los poderes públicos a los malolientes pies del poder del dinero, parece ser que puede llegar a determinar la política sanitaria y de bienestar social del Gobierno Andaluz, pues, gracias a su gesto de mecenas, nos dicen que, sin duda, se van a construir en el pueblo un geriátrico de última generación y un hospital chipendi lerendi. Si los promotores inmobiliarios, unidos a la estulticia munícipe y la parálisis autonómica, nos “diseñan” el mapa hospitalario y de servicios sociales, a este paso nos podríamos encontrar conque en diez años tenemos en la provincia 80 ó 90 hospitales –“Miami” II, pero “Miami vice”-, y un número de geriátricos capaz de acoger a todos jubilados británicos y alemanes, que igual es de lo que se trata, de vender gran parte de la provincia en parcelas y de convertir el territorio que reste en un gran geriátrico de lujo. Apaga y vámonos. Esperpento surrealista y lisérgico.
Esto, señores, es el progreso. En un lugar que no es de la Mancha y de cuyo nombre mejor no acordarse, por si la estulticia es contagiosa y para no dar publicidad a la “bodoquería”. Lo colectivo sobre lo particular. Desarrollo sostenible. Servicio público. Planificación para el bienestar ciudadano. Por el mar corren las liebres, por el monte, las sardinas, tralará, tralará, tralará… Copón de la baraja.