Contrapunto
Era la eterna ausencia
el contrapunto preciso
que colmaba el breve encuentro
con vuelos de colibríes
de plumajes inmortales
bajo la luz de una estrella
que era simiente de soles.
Era un fulgente preludio
de un rito de despedidas
vertidas desde una rosa
que yo regaba con sueños
y alimentaba de lágrimas.
Era el infinito triste
que propiciaba un rincón
donde germinar las risas
de una cizaña de anhelos
e ilusorias esperanzas.
Pero me torne tormenta
y un granizo atormentado
desparramó su veneno
sobre los cauces del alba.
Sepultando el aleteo,
emponzoñando las alas,
decapitando la rosa,
contaminando las lágrimas.
Desdibujando la risa,
enfureciendo los sueños,
enmudeciendo la estrella,
abonando la cizaña.
Y un vendaval de recelo
se erigió como frontera
con miedo por centinela
y el dolor como alambrada.
Y fue fraguando de acero
el aire que nos separa
y la ausencia y el encuentro
se tiñeron de amenaza.
Hoy ya me venció la ausencia
por mi amarga retirada
y el espino que sembré
en el fondo de tu alma.
Ya
nada espero,
nadie me espera,
y un aroma a crisantemos,
marchitos por la distancia,
se aferran a un sueño amargo
que suspendido en el viento
ruega clemencia a la parca.
Ya
nada espero.
Sin despedida ni encuentro
soy un cadáver que vaga
yerto de desesperanza.
Desvaneciéndome.
Aunque siga queriendo,
porque sigo queriendo;
sin vuelo,
sin simiente,
sin punto,
sin contrapunto.
el contrapunto preciso
que colmaba el breve encuentro
con vuelos de colibríes
de plumajes inmortales
bajo la luz de una estrella
que era simiente de soles.
Era un fulgente preludio
de un rito de despedidas
vertidas desde una rosa
que yo regaba con sueños
y alimentaba de lágrimas.
Era el infinito triste
que propiciaba un rincón
donde germinar las risas
de una cizaña de anhelos
e ilusorias esperanzas.
Pero me torne tormenta
y un granizo atormentado
desparramó su veneno
sobre los cauces del alba.
Sepultando el aleteo,
emponzoñando las alas,
decapitando la rosa,
contaminando las lágrimas.
Desdibujando la risa,
enfureciendo los sueños,
enmudeciendo la estrella,
abonando la cizaña.
Y un vendaval de recelo
se erigió como frontera
con miedo por centinela
y el dolor como alambrada.
Y fue fraguando de acero
el aire que nos separa
y la ausencia y el encuentro
se tiñeron de amenaza.
Hoy ya me venció la ausencia
por mi amarga retirada
y el espino que sembré
en el fondo de tu alma.
Ya
nada espero,
nadie me espera,
y un aroma a crisantemos,
marchitos por la distancia,
se aferran a un sueño amargo
que suspendido en el viento
ruega clemencia a la parca.
Ya
nada espero.
Sin despedida ni encuentro
soy un cadáver que vaga
yerto de desesperanza.
Desvaneciéndome.
Aunque siga queriendo,
porque sigo queriendo;
sin vuelo,
sin simiente,
sin punto,
sin contrapunto.
Es dificil predecir
lo que el destino
nos puede hacer
vivir
Ojos penetrantes
como lanza
van al coraòn
vuela vuela
alrededor de
una farola
y....
Un abrazo
Anonimoo