Breve monólogo de un ateo en su agonía
¡Maldito dios!, te llamo y no me atiendes.
Me afano en alumbrarte de la nada
Y no consigo darle aliento al barro;
Te rezo heterodoxo, te rezo blasfemando;
Te busco en los altares del ensueño
Y estallan demolidos en mis manos;
Mi anhelo es venerarte, ser tu huésped,
Mas huyo de tu casa y apostato.
Me angustia tu invisible omnipresencia;
No entiendo tu liturgia de silencios
Ni el caótico abandono que, sin tregua,
Arruina los pilares de tu templo.
Con celo guardo el alma y las espaldas
De aquellos que se arrogan tu palabra
Y dicen ser ministros comandando
Tu iglesia que, además de ser un reino
-Escollo y freno anclado en el pasado-,
No se halla en este mundo, según dicen,
Ni en otro alcanza mi alma a imaginarlo.
¡Maldito dios qué no logro inventarte!
Ilustración: Cristo de Dalí.
absolutamente brutal y necesaio