Aurelio is different (o sobre algunos patéticos escollos a superar para potenciar en Huelva un movimiento ciudadano influyente)
Ayer, por la necesidad de dar una respuesta rápida a esas atrocidades que ocurren a diario en este mundo del diablo, concurrieron, a la misma hora, dos concentraciones diferentes en la onubense Plaza de las Monjas. Una, convocada por la Asociación Mesa de la Ría, para reivindicar una solución definitiva al problema ambiental y sanitario que suponen los fosfoyesos vertidos, con la connivencia sin disimulos de los poderes públicos, durante décadas en las Marismas del Tinto; y la otra, convocada por la Asociación Pro Derechos Humanos, en protesta por la barbarie sionista y el recién perpetrado atentado terrorista del Estado de Israel contra la llamada "Flotilla de la libertad".
Yo, que soy de los que piensan que es preciso unir fuerzas contra la barbarie, sea del tipo que sea, hasta consolidar una respuesta global en la que todos nos impliquemos en tratar de dar o forzar soluciones a los problemas que afectan a los demás y no sólo en aquellos que sufrimos en carnes propias; yo, que creo que, para avanzar en la consolidación de un movimiento ciudadano con capacidad de influencia en las decisiones tantas veces aberrantes tomadas en ámbitos políticos, resulta ineludible hacer todo lo posible para enfrentar y derrotar la estrategia del "divide y vencerás" que utilizan contra las reivindicaciones ciudadanas los poderes fácticos, acudí al lugar de la cita tan feliz como un niño que piensa correspondido el amor que profesa a su profesora de matemáticas.
Pero todo se truncó en un instante. Y me resulta muy doloroso lo que tengo que referir al respecto, pues Aurelio González, vicepresidente de la Asociación Mesa de la Ría y triste protagonista de los hechos que voy a relatar, es una persona a la que durante un tiempo tuve un gran aprecio y con la que, en su momento, compartí algunas luchas y sinsabores. Y es que Aurelio, con todo su descomunal ego encaramado al púlpito de su lucha particular, al modo en que lo haría un nefasto pastor sectario, conminó a marcharse de la Plaza de las Monjas, un espacio público que debería ser patrimonio de todos los ciudadanos, a aquellos que estaban allí por la causa Palestina, muchos de los cuales, si no todos, también lo estaban por la defensa de una Huelva más saludable y respetuosa con el medio ambiente. Y lo hizo con el argumento de que era inadmisible que algunos portasen banderas con el emblema del Partido Comunista de España. Y no contento con ello, unos minutos después, se dirigió a los miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, en una conversación cuyos términos desconozco, pero que, por los gestos de aquella plática y por la posterior actuación policial, observándonos y tomando notas, imagino que iba en la misma dirección que su desafortunada intervención inicial. Pero, bueno, esto último sólo son conjeturas.
Ciertamente yo nunca he sido un buen amigo de las banderas; siempre he pensado que, en nombre de estas, muy a menudo, se ha asesinado, se han declarado guerras, se ha masacrado a los pueblos. Por ello nunca las he portado. No obstante, también soy de la opinión de que hay que ser tolerante con aquellos que deciden ir con su emblema por delante y no suponerles de antemano que son unos desalmados dispuestos a perpetrar desmanes de algún tipo, más aun cuando de lo que se trata es de reivindicar un mundo más justo y solidario. Aurelio, con su acción, no hizo más que demostrar su intolerancia y evidenció que, de poder ser llamado representante de algo la actualidad, sólo puede serlo del "divide y perderás" al que algunos se abrazan con el único objetivo de dar pábulo a su ego y sin importarles ni un ápice las razones por las que luchan aquellos que los eligieron para representarlos. Con "líderes" de este tenor, así luce el pelo al movimiento ciudadano onubense.
Aurelio, el pueblo Palestino, las familias de los muertos de la "Flotilla de la Libertad", el movimiento ciudadano de Huelva, sin duda, habrán de estarte eternamente agradecidos por tu gesto. Aurelio, "yes we, can", el movimiento ciudadano de Huelva aún puede hacerlo, aún podemos, pero para facilitarnos el camino, Aurelio, "go home".
Absolutamente de acuerdo. No conozco a este señor, pero si estuve presente en la Plaza de las Monjas cuando el hecho que relatas y me pareció patético, desproporcionado y un punto fachorro que un lider de un movimiento ciudadano actuase de esa manera en un espacio público contra una gente que pretendía condenar un crímenes tan execrables como los de Israel...Aurelio debería dimitir inmediatamente por su actuación antidemocrática, desproporcionada y por su falta de sensibilidad.