Amor platónico
Tras una larga noche danzando al paso que en todo momento le marcaron las Ménades, la resaca resultó brutal al alba. No obstante, ni esa ni ninguna otra mañana podía permitirse dejar de ejecutar la labor que le había deparado el destino. Por otra parte -"¡qué demonios!"-, su condición de dios lo hacía infalible. Aun así decidió que no era mala ocasión para hacerlo por primera vez sin venda en los ojos; la visión de lo cierto nubló todos sus sentidos. Con el primer flechazo le destrozó el sexo. Había sucedido lo que no parecía posible: había fallado. Encolerizado por la irreverente aberración perpetrada, armó de nuevo el arco; esta vez no falló.
Eres único creando universos a la medida de tu inspiración... eso, qué demonios... es la libertad del creador, la auténtica. Por cierto, a ver si la próxima foto la moza posa con los brazos en cruz... je, je, je (ya sabes, no tengo remedio)
Ponche del navajazo y un cigarrito