6 de enero de 2005
el crédito que
sin intereses
otorgué mis primeros años
a los magos de oriente
hace tiempo prescribió impagado
que se esparce sobre los estantes de
insolidarios y ruidosos centros comerciales
-16 horas diarias cosiendo balones-
con sus dedos desangrando vida
-engordando miserables
a mal cambio de ridículos salarios-
no escritos sin precio que
cada madrugada de 6 de enero
nunca llegaron
pero este año
cuando ya creía sepultado mi corazón de niño
en caja de plomo boca abajo
hundida en el fango
y agonizaban mis desoladas esperanzas adultas de ateo
a las puertas de un camposanto sin dios
al fin
inesperadamente
mi más querida amiga
he cobrado mi primer plazo
no
no ha sido ese imberbe gnomo joven
-calculo tendrá unos 300 años- tan abrigado
con su bufanda, su gorro y sus calcetines de lana
con su sonrisa y sus manecitas cálidas sin guantes
ni la seta sobre la que está sentado
con su color rojo –mi preferido- y sus lunares blancos
ni sus orejas de alambre
capaces -imagino- de captar mensajes interestelares
no
ha sido saber que
este 6 de enero
aunque sólo haya sido por un instante
también al pie de tu belén
estuve junto a ti en tu pensamiento
ha sido comprobar que
a veces
aunque sólo sea durante un interminable fugaz segundo
esos menudos regalos sin precio
deseados inesperados y no escritos
también pueden llegar
ha sido sentirme obligado a
tal vez
tener que conceder una nueva oportunidad
a la esperanza
a olvidadas e inabarcables ilusiones infantiles
a la magia
a esos tres reyes que
infatigables cada año
perseveran en viajar tras la misma
inalcanzable
de oriente a occidente