27 de septiembre
El mar
En este instante, tan lejano
Nunca duerme
Aunque a veces
Aletargue tanto sus gemidos
Que pueda parecernos que descansa.
El mar
Insomne impenitente
Que trata de besar la arena de plata de la luna
Sólo un reflejo de sol en la sal de sus aguas
Impotente, pierde el sueño
Alargando la sed de nochespumas
En sus ansias de bruma evanescente
Y cuando un rumor lejano
Parido desde el silencio
Trae recuerdos sin palabras
De todo lo imperceptible
Va la marea sin vuelta.
Las hojas filosas de las palmeras
Como esquirlas de acero esplendente
Al sol de media tarde mecidas de poniente
Atraen hacia el cielo mi mirada
Buscando otro brillo celeste.
Sólo
Un espejismo.
Los patios
Antaño vestidos con batas blancas
Olor a penicilina y somnolencia de quirófanos
Hoy
Abandonados a este calor de la tarde
De un verano que ya ocupa su ataúd
Pero aún está caliente
Mientras se halla presa la oratoria bajo altares ya paganos
Son la antesala del invierno.
Los pasillos
Esos pasillos
Tan inmensos
Que se dirían salones de baile
En mitad del bullicio
Vacíos
Las estancias
Deshabitadas
La biblioteca
Desierta
Sin libros que expliquen los misterios
Y a merced de fantasmas antiguos
Espectros de un futuro de quimeras.
¡Cuánta soledad
Acecha!
¡Cuánto frío!
¡Cuánto sol muerto!
Noctívago en la tarde
Me adentro entre las sombras.
Pronto
Muy pronto
Con la inminencia de islas desiertas
Saldré hacia el asfalto
(Ese asfalto mancilloso
Que va sumando grises día a día
Enterrando la primavera hecha jirones)
Y sin brújula ni estrellas
Pondré rumbo al mar
Ese mar insomne
que aguarda a los insomnes sin sueños
Ni libros que expliquen los misterios
De ojos heridos de palmeras
Desarraigados al contraluz del celeste.
El mar
Vigilia
(La mar)
Camufla en metáforas rompientes
La triste alegoría de un mal sueño.
En este instante, tan lejano
Nunca duerme
Aunque a veces
Aletargue tanto sus gemidos
Que pueda parecernos que descansa.
El mar
Insomne impenitente
Que trata de besar la arena de plata de la luna
Sólo un reflejo de sol en la sal de sus aguas
Impotente, pierde el sueño
Alargando la sed de nochespumas
En sus ansias de bruma evanescente
Y cuando un rumor lejano
Parido desde el silencio
Trae recuerdos sin palabras
De todo lo imperceptible
Va la marea sin vuelta.
Las hojas filosas de las palmeras
Como esquirlas de acero esplendente
Al sol de media tarde mecidas de poniente
Atraen hacia el cielo mi mirada
Buscando otro brillo celeste.
Sólo
Un espejismo.
Los patios
Antaño vestidos con batas blancas
Olor a penicilina y somnolencia de quirófanos
Hoy
Abandonados a este calor de la tarde
De un verano que ya ocupa su ataúd
Pero aún está caliente
Mientras se halla presa la oratoria bajo altares ya paganos
Son la antesala del invierno.
Los pasillos
Esos pasillos
Tan inmensos
Que se dirían salones de baile
En mitad del bullicio
Vacíos
Las estancias
Deshabitadas
La biblioteca
Desierta
Sin libros que expliquen los misterios
Y a merced de fantasmas antiguos
Espectros de un futuro de quimeras.
¡Cuánta soledad
Acecha!
¡Cuánto frío!
¡Cuánto sol muerto!
Noctívago en la tarde
Me adentro entre las sombras.
Pronto
Muy pronto
Con la inminencia de islas desiertas
Saldré hacia el asfalto
(Ese asfalto mancilloso
Que va sumando grises día a día
Enterrando la primavera hecha jirones)
Y sin brújula ni estrellas
Pondré rumbo al mar
Ese mar insomne
que aguarda a los insomnes sin sueños
Ni libros que expliquen los misterios
De ojos heridos de palmeras
Desarraigados al contraluz del celeste.
El mar
Vigilia
(La mar)
Camufla en metáforas rompientes
La triste alegoría de un mal sueño.