El Pacto Químico
Enlace significa unión, un pacto químico es la unión de dos o más átomos (agentes sociales) que se han unido con un solo fin, alcanzar la estabilidad, tratar de parecerse al gas noble más cercano. Para la mayoría de los elementos se trata de alcanzar ocho electrones (superávit) en su último nivel o estancia. Las soluciones son mezclas homogéneas, no se distinguen sus componentes como separados: entre al menos dos reactantes, un soluto (ciudadanos y trabajadores), que es el que será disuelto, y un solvente (la multinacional del veneno), que es el que disolverá al soluto.
El mismo día que el Pleno del Ayuntamiento aprobó el nuevo Pacto por la Industria (química), también llamado Nuevo Enlace Químico, la AIQB lo celebró lanzando su pico contaminante. Fue como una fiesta de fuegos artificiales para el olfato y la garganta. Quedó claro, por si había duda, quién manda aquí. Sin embargo, como en todo enlace químico, ya los elementos primarios que lo conformaban han dejado de tener entidad como tales y han pasado a ser disueltos, como la sal en el agua.
Quedó claro quién manda aquí y cuál es la identidad, la idiosincrasia choquera, mal que les pese a algunos escandalizados por las verdades del barquero. Firmamos un pacto de muerte por la industria química y a la vez negamos la mayor: aquí no pasa nada; este aire y este suelo no es peor que el del resto de España. Sin embargo nos morimos más que en España y nuestra calidad de vida es peor que la del resto.
Andan disueltos empresarios y sindicatos, jefazos y empleados, explotadores y explotados, en una mezcla sorprendente y quiera dios que reactiva. En un histórico, y ahora casi legal, intercambio de dólares por oxígeno.
El mismo día que el Pleno del Ayuntamiento aprobó el nuevo Pacto por la Industria (química), también llamado Nuevo Enlace Químico, la AIQB lo celebró lanzando su pico contaminante. Fue como una fiesta de fuegos artificiales para el olfato y la garganta. Quedó claro, por si había duda, quién manda aquí. Sin embargo, como en todo enlace químico, ya los elementos primarios que lo conformaban han dejado de tener entidad como tales y han pasado a ser disueltos, como la sal en el agua.
Quedó claro quién manda aquí y cuál es la identidad, la idiosincrasia choquera, mal que les pese a algunos escandalizados por las verdades del barquero. Firmamos un pacto de muerte por la industria química y a la vez negamos la mayor: aquí no pasa nada; este aire y este suelo no es peor que el del resto de España. Sin embargo nos morimos más que en España y nuestra calidad de vida es peor que la del resto.
Andan disueltos empresarios y sindicatos, jefazos y empleados, explotadores y explotados, en una mezcla sorprendente y quiera dios que reactiva. En un histórico, y ahora casi legal, intercambio de dólares por oxígeno.