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El matadero (2)

Sobre las calles de mi barrio nunca llueve. Y si lo hace, al día siguiente, el polvo convierte en arenas del desierto la memoria inmediata. El gris polvoriento y seco en las fachadas evidencia el abandono de la vida que llenó las casas posiblemente alguna vez. Cuando algún árbol incauto se obstina en crecer, el vecindario corre a cortarlo, no sea que una leve reivindicación de vida remueva alguna conciencia. O, más en el terreno de lo práctico, por evitar que la multitud de coches que inunda sus calles se vea manchada por los efectos de la digestión de la avifauna. Mi barrio es, en resumen, mucho coche y mucho polvo: principales efectos del desarrollo químico.
La gente de mi barrio resiste aquí más por apatía que por necesidad y se sienta a ver pasar los pocos trenes que nos quedan como reafirmación a su ilusoria idea de progreso. Paisaje con tren agonizante, en vía estrecha, con bombardeo tierra-aire al fondo. El matadero, quién supo ponerte nombre…
Mi bario es la trastienda de la ciudad, el borde de la urbe, el principio y el fin de la resignación, el sótano al final de la escalera municipal, adonde casi nadie se atreve a asomarse, el filo de la navaja del yeso de la marisma asesinada. Es un parque infantil sembrado de trozos de cristal, alternativa a la triste sequía juvenil.
Sólo unos metros más arriba, por donde pasan autobuses y coches de riego, hacen guardia las meigas y santa ana en perfecta comunión, el bien y el mal de las realidades encubiertas.
rafa leon
rafa leon dice:
15/06/2006 23:23

Recuerdo, maría, cuando leí por primera vez este artículo, tan hermoso pero tan triste. Me lo enviaste por correo electrónico ¿recuerdas? Pensé que esto que describes era así casi en todas partes. Pero resulta que hoy ha terminado por ser premonitorio, y esos árboles del matadero van a ser también cortados sin piedad. Si no lo remediamos entre todos.

Un abrazo
Rafa

PacoHuelvaCala
PacoHuelvaCala dice:
16/06/2006 01:01

Perdona, querida María, pero tu barrio parece un barrio de Huelva. No he dicho el Centro, que ahí hasta limpian y todo, que tiene policías, jardineras colgadas de las farolas, bares y restaurantes, edificios oficiales con guardias de seguridad y todos sus perejiles, loteros en las esquinas por donde transita gente uniforme y plana que corre en pos de la compra, del niño que sale del colegio... El Centro es donde vive la gente, en los barrios viven..., bueno, resisten la vida como pueden otros seres, desatendidos, olvidados -hasta que llegue la hora de votar-, excluidos -aunque paguen los impuestos-, pero..., que no se olviden, algún día de esos barrios podría llegar la revolución. Ojalá tú y yo lo viéramos, querída María. Pero el Matadero tiene, por suerte para sus despistados moradores, una rosa maravillosa, una Isla de pensamientos, recios, fuertes, amorosamente agarrada a la defensa de la vida, al rechazo de la injusticia, al deseo infinito de ser ella misma. No recuerdo su nombre, pero le llaman Islamaría.
UN BESO FUERTE
PACO HUELVA