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Poca calle

Cacuito lamenta que su hijo tenga poca calle. No se trata sólo de que esté abducido por la telebasura, la vídeoconsola, el chat y la tópica ristra de vicios perniciosos. Su aislamiento se acucia con la ausencia de unos padres que la pasan todo el día currelando, y con la mafia del ladrillo, que en las áreas urbanas ha negado a los niños el derecho a potrear por las calles sin peligro. La sociedad los ha marginado como a fumadores de aeropuerto. El hijo de Cacuito no puede jugar al fútbol como hacía su viejo, en un descampado, con dos ladrillos de lado a lado marcando la portería. Antes, de un pavo avispado, se decía: “es que tiene mucha calle”. Mañana desaparecerá tal expresión. Porque, literal y figuradamente, ya no existe LA CALLE. Su niño hoy no piensa en construir cabañas disfrazado de indio. Ahora especula con viviendas unifamiliares.
rafa leon
rafa leon dice:
15/06/2006 02:02

Bueno, esto hace ya tiempo que se plasmó en la iconografía urbana. Y, aunque pueda parecer una tontería, la iconografía muchas veces refleja a la perfección el sentir que se ha implantado en el "cerebro" social (implantes de esos de peliculas futuristas que ejercen una dominación férrea sobre las conductas). Así, por ejemplo está esa señal de tráfico de peligro, que se sitúa en sobre todo en zonas escolares que viene a decir algo así como "PELIGRO: NIÑOS" (hace ya mucho que aprobé el teórico). ¡No "PELIGRO: COCHES", no! ¡"PELIGRO: NIÑOS"! Y así es, terminamos y terminan apartando a nuestros hijos de las calles (o de lo poco que va quedando de ellas) porque aberrantemente los consideramos y los consideran un peligro (y el que más y el que menos, incluido el que suscribe, se sube más de la cuenta al coche y se transmuta en Mr. Hide), sin caer en la cuenta que el peligro va sobre ruedas y son los niños los que están en riesgo. Son las "modernas" ciudades para el negocio en lugar de para la vida y en las que los lugares de comunicación y encuentro social han sido sustituidos por no-lugares de tránsito. Lamentable. Sobre todo que no digamos ni mu.

Un abrazo
Rafa

teutoburgo
teutoburgo dice:
19/06/2006 19:58

Y digo yo, si os habéis preguntado vosotros si hacíais lo mismo que hacían vuestros padres. Los tiempos cambian, eso es obvio. Traen cosas malas y cosas buenas. No creo que un pobre niño especule con la vivienda aunque su padre le compren el Monopoly De luxe. Sostenibilidad?

rafa leon
rafa leon dice:
19/06/2006 21:28

Siempre trato de resistirme a intervenir cuando con ello abro posibilidades de debate en un "post" que no es de mi autoría. Pero en este caso me es imposible, pues es un tema que me toca en exceso la fibra sensible.

Creo que el argumento de que los tiempos cambian y que esos cambios traen tanto cosas buenas como malas es el eterno sofisma perverso (no trato con esto de tildar a teutoburgo de sofista ni de perverso, sólo al argumento que utiliza que, por otra parte, no es suyo) con el que se pretende mantener al rebaño en el redil, no sea que le dé por pensar en si merece la pena el precio pagado por esos posibles "adelantos". En este caso, piénselo cada cual y saque sus conclusiones. Yo ya lo he hecho y el precio me parece excesivo.

Por otra parte, creo que queda suficientemente claro que las referencias que hace el articulista a que su niño especula con unifamiliares se entiende perfectamente como un uso excelente del recurso de la ironía. Así que, por favor, no saquemos las cosas de su contexto ni las interpretemos de forma torticera.

Un abrazo
Rafa

teutoburgo
teutoburgo dice:
20/06/2006 14:49

Lo de la ironía, lo he entendido. No me considere de esa forma, por favor. Sé distinguir.
Me ratifico en lo que he dicho, puesto que pienso que es la verdad. No nos gusta tener a los niños todo el día en casa, supongo que será eso. Supongo que cada vez más estamos sobreprotegiendo a los menores. Me gustaría preguntarle, que hace usted con los suyos.
Creo que no es la gente de a pie quien decide los cambios, quien decide si preferimos el avance frente a lo tradicional. Quizás es miedo a lo nuevo?

Pero que orgullosos dice un padre de su hijo: este coge un ordenador (dvd, mando de la tele, televisión digital terrestre, internet, lo que sea) y es que se lo sabe todo.

Creo frente a ese modo de vida de los niños de hoy en día, está "el valor de los valores".