Pestañas postizas
Cacuito, capillita benemérito, tuvo un rapto artístico (como conocen, muy similar al místico). Se elevó como un San Juan de la Cruz trocho y la emprendió con la imaginería. Trincó vírgenes y cristos, tallados por un prolífico y eminente imaginero local. Sin autorización de su albacea, abolió la sobriedad en el patrimonio artístico. Obvió las elementales reglas de respeto. Practicó en las figuritas un liftin a lo camboyano, que incluía retoque de labios y pestañas postizas (hoy, la envidia de Nancy Superstar). Ya tenemos unas drag queens sacras y piadosas, cotizadas para hacer pasarela (o modelaje) en los reality shows nacionales. Se rebotaron las nobles asociaciones de artistas plásticos, las instituciones custodias, los restauradores profesionales, el albacea sin ánimo de lucro ni ganas de joder los pasos. Se armó el cristo (con perdón).
Y tuvo que dar el resto del sermón de la montaña en cuclillas pa disimulá el empalme, y supongo que
San Juan sonreiría y se turbaría -algo que a todos los de allí les encantaba hacer en la soledad de los establos- ante la situación tan embarazosa de ese pedazo del mesias erguido frente a su público. Especulo.