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Maolo

Acabó la vacación hojaldrada. Su cachorro retornó al colegio, al instituto, a la gresca diaria. Hoy se mea en los pasillos. Porque usted no supo enseñarle cómo meter una piña en la ceja cuando el hijo de Cacuito le pinta la cara de dedos y de mocos el alma. Usted, maolo pretérito, se limitó a educarle en unos valores que la sociedad ya no reconoce imperativos. No practicó con él la técnica de endiñar sin fracturarse el quinto metacarpiano. Tuvo que colocarle aquellas mismas jodidas gafotas. No calculó que los profesores nunca se dan el pesquis de que el pringao vomita todos los días que huye del microcosmos estudiantil. Que su intervención de padre no hizo más que intensificar las hostias. Los psicólogos, para describir a su maolillo, perpetran una expresión inglesa: víctima de bulling. No llore. La culpa es suya, civilizado padre de mierda.