La princesa está triste
La princesa está triste, qué tendrá la princesa. Cacuito piensa que nada, sólo más puntos que una gala de Eurovisión, y una depresión posparto del tamaño de un tifón azul. El bebé aún no aprendió a succionar el pezón y ya están comiéndole el tarro con las reformas constitucionales. La abuela real acuna y recita La Odisea en su idioma materno. El abuelo regio vacila de Olimpiadas bribonas, motacos trucadas y veleros de esloras vertiginosas. Peñafiel no cuela con el pase familiar falsificado. El príncipe, entre meconio y meconio, prepara el bautizo, rodeado de ositos de peluches y de patucos, jamando un jamón de Teruel y digiriendo la posible disolución de las Cortes. Menudencias propias de padres vulgares, comparadas con el marrón que se van a comer cuando la Leo chantajee con celos el día que su hermano pequeño sea el Rey de la Casa.
VALE MONSTRUO, VALE...AHI TE DEJO UN ROMANCILLO QUE ME HA SALIDO ASÍ, COMO QUIEN NO QUIERE LA COSA...:
"ROMANCE DE LA PRINCESITA"
Ya vino al mundo la heredera, con su corona
y su partidita presupuestaria.
Llegó con alfombra roja, epidural
y, por supuesto, en clínica privada,
que no está la agenda real para aguardar
listas de espera en cualquier hospital
plebeyo o de barriada.
Princesita de leyenda
de un país donde faltan hadas
pero sobran los cuentos, las fanfarrias
los palacios sin hipotecas
y los privilegios
de cortes, castas y cunas coronadas.
Vienes para reinar, supongo, el estado
que hace de sus fronteras alambradas,
que pone puertas al mar y trabaja
para que no te falte mañana
el caviar y los colegios de pago,
para que te bautice un obispo
y no un cura de barrio,
y para que no sepas nunca, princesita,
como se mal ganan la vida
los de la cola del paro.
Ya vino al mundo la heredera,
ya estamos todos salvados,
habrá que educarla bien y con cuidado
no se nos vaya a enamorar, mañana,
de algún periodista divorciado
y tengamos que poner bozales
a unos cuantos republicanos...
Y fueron felices y comieron perdices...