Visita al Parlamento
CUANDO la cándida, pero muy inteligente Alicia llegó a aquel lugar y observó la sonrisa falsa y alevosa de sus aviesos e inquietantes moradores, no albergó duda alguna: estaba en el país donde se engendraban las pesadillas. ¡Qué les corten la cabeza! -quiso gritar, ya boquiatada. Pero no eran buenos tiempos para revoluciones.
Puede que cuando no corren buenos tiempos para revoluciones es cuando más hay que confiar en que alguna se esté gestando en las mazmorras del desasosiego.