Nana de la despojada
Mi niño llora a mares,
pisó una mina;
su cunita de helechos
desvelo expira.
Mi niño tiene fiebre,
fiera malaria;
delirante vigilia
su sueño arrasa.
Duérmete ya, mi cielo,
olvida el hambre;
por apagar tu sed
daría mi sangre.
Mi niño se ha dormido,
cierra la puerta;
su cuerpo y su alma, fríos,
ya no despiertan.
Y el personal en los centros comerciales y el júrgol ...