Manos de fresa
Los expedicionarios han ido corriendo y sin tiempo que perder -pero mucho que ganar- con unas pocas subvenciones públicas, hasta llegar al templo del bien y del mal en donde unas manos-herramientas, exhibían las palmas y las uñas como en el escaparate de una clínica de estética.
Las madres-manos-herramientas se pelean en la sala de espera de aquella colonia y ante el patrono muestran sus dientes nacarados apenas sin estrenar y las manos bellas de tanto acariciar niño triste. Estas manos que, desde la cara de mi niño van a la mata de su fresa, mire usted, señor tratante de género capitalista, estas manos que no abrieron nunca un libro, aquí están para lo que sirva usted mandar. Manos tiernas, boca cerrada, cuerpo joven y femenino. Sin tacones y sin derecho a la tierra. Las mujeres-5,28â¬
la hora, son dignas de un Dorado de plástico fugaz y serán recompensadas con una nueva selección para la temporada fresera próxima, si se portan bien y vuelven a casa a la hora de la cenicienta, con sus harapos a cuestas, descalzas y sin el príncipe azul; volverán a los fogones de campaña, mujeres-tierra-savia-sudor moneda de cambio al mejor postor.
Las mujeres-manos-tenazas-cuchillos son traídas con billete de vuelta, no sea que les parezca hermoso vivir en el primer mundo y quieran quedarse como vecinas puerta a puerta con el capital mismo al que partearon y al que vieron crecer. Mujeres-combustible para que la máquina no pare nunca, mujeres-incubadora de hijas que seguirán sus pasos de silencio por las tierras de otros, sembrando sueños, cosechando calabazas.
Las mujeres-manos-brazos-silencio-madre-hija esperaron en la más humillante cola de la miseria para tomar la bandera de la revolución agrícola hasta ver el fruto en sus manos: rojo, maduro y arrebatado por los hombres-patronos-hijosdeldinero.
Mujeres-trabajo, mujeres-miseria, mujeres-retorno.
¡Qué maravilla de texto, María! Y qué desigual es la vida en el reparto del dinero y en el reparto de la miseria (sólo para los de siempre).
CIEN BESOS
PACO HUELVA