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El insomnio de los osos

El jueves pasado apagamos la luz para intentar dormir a los osos, que están padeciendo un insomnio inexplicable. En el planeta de los Humanos andamos haciendo demasiado ruido y gastando demasiada electricidad, tanto que se despertaron los osos hace algunas primaveras y los pobres no han podido pegar ojo desde entonces. Dicen que es nuestra responsabilidad, así que por si acaso, contribuimos desde Huelva a cantarles la nana a los plantígrados. Aunque no sabemos si han dado la cabezadita, dada la distancia a que se encuentran las oseras españolas y planetarias. Quizá por eso los de la AIQB decidieron que era absurdo apagar las luces del Polo, si total igual ni se enteraban.
Casi nadie lo sabe, pero a los atunes viene ocurriéndoles un poco lo que a los osos: duermen poco y mal, como con estrés. Y dicen que no es que anden enamorados –por otra parte, difícil sería enamorar a tanto gigante azul a la vez- es que no encuentran el paraíso en donde lo dejaron. El Estrecho ya no es lo que era; ahora está más salado y más caliente y temen ser varados a una costa que se presenta alicatada hasta el techo, de manera que andan locos buscando dónde desovar. Con este panorama no es extraño que ni los atunes ni el paraíso estén donde estaban.
Por fin los acontecimientos y sus consecuencias están empezando a ser reconocidas por la comunidad científica y, lo que es más, por la presidencia estadounidense, que niegan siempre la mayor. Lejos de reconocerse ni culpables ni responsables, han aceptado que algo pasa y ha sido gracias al comportamiento de la marmota, históricamente su indicador por antonomasia para predecir temporales, sequías y hasta bajadas de bolsa. Menos mal que la marmota salió, volvió a entrar y se revolvió, que si no, ni Toharia que viniera habría hecho temblar los cimientos medioambientales de los yankis. Hay que ver lo que puede la mitología en el siglo veintiuno.

Dadas las dificultades que presenta la cría de un osezno en cautividad doméstica y lo complicado de conseguir una marmota tan lejos de su hábitat, yo me compré hace algunos veranos una tortuga como medidor de cambio climático. Y es cierto, en lo que va de invierno no se ha escondido en su concha todavía. Yo, con un sentimiento más maternal que solidario –sobre todo por incrédula- desconecté los plomos de mi casa para hacerla descansar aunque sólo fueran cinco minutos, pero no hubo forma. Se ve que la cercanía a las térmicas, que por supuesto siguieron su actividad como si no fuera con ellas, es realmente lo que nos está quitando el sueño.

manuel rubiales
manuel rubiales dice:
07/02/2007 13:17

Como buena conspiradora que es, María cumple sus promesas, "pacta sunt servandas", que decían los clásicos. A estas alturas ya no duerme tranquila ni la osa mayor, contemplando, desde su mundo de cuerpos celestes, como se tiran de los pelos las astronautas por las ingles del capitán de la nave, como vomitamos humos que jamás serán nebulosas o como nos suicidamos, poquito a poco, respirando nuestras propias deposiciones. Lo peor del cambio climático es que, a este paso, en este ajado planeta, to quisqui va a acabar haciendo práctica la canción de los fachas, cara al sol, con lo que quema el joío. Qué pechá de nivea nos vamos a dar.
Vino y besos.

Milena
Milena dice:
07/02/2007 13:43

La globalización va a conseguir lo que los partidarios de la una y grande no hacen...? ... que cantemos al unísono el "Chunda chunda".?....

¡ Qué ironías, el cambio climático va a uniformar ideologíasssss!

Saludillos libertariossss

rafa leon
rafa leon dice:
07/02/2007 19:50

Yo, siempre, hasta el final, lunático impenitente, seguiré aullando bajo la luz de la luna. Oso-lobo insomne y gélido ruletero sin suerte.

Un abrazo
Rafa

si te vas a la luna... llevate este poema
si te vas a la luna... llevate este poema dice:
07/02/2007 20:03

Auhhhhhhh
¡Qué miedooooo!