Carreteras
Una vez contados y contabilizados los muertos y las muertas en las carreteras durante la Semana Santa, toca buscar culpables. En un empeño ciego por librarnos de responsabilidades, tendemos a castigar inocentes durante la búsqueda de los causantes de nuestros propios errores. Nunca es nuestra picaresca la causa, es siempre la torpeza del otro conductor; no es nuestra negligencia en la puesta a punto del coche, es el abandono del asfaltado de la carretera. El coche, jamás, los miles de coches, nunca.
La oposición política y algunos expertos en estadística consideran un fracaso la operación de tráfico y el sistema de carnés por puntos porque el resultado superó en número de muertos al de las vacaciones del año pasado. Las autoridades de Tráfico y quienes tienen que exponer el balance defienden el sistema y culpan al alcohol y a las prisas.
Y para resolver el asunto, se desdoblan las carreteras, se trazan otras nuevas y se reivindican terceras vías aunque atraviesen zonas de alto valor ecológico. Es algo así como querer resolver el problema aumentando la causa del problema. Defendámonos de la guerra con la guerra; contra tu pistola dieciocho milímetros, mi subfusil y así sin parar. Contra el mal de las carreteras, más carreteras.
Ahora, tiempo de elecciones municipales, tiempo de precampaña electoral, y en el uso que la costumbre política confiere a los candidatos a las alcaldías, se puede prometer y se promete incluso lo innecesario. Sobre todo lo innecesario. Principalmente, lo que aún no siendo necesario, se convierte en imprescindible gracias a esas artes de convencer que aprenden los munícipes del Estado del Bienestar Capitalista. Esto de hacer inevitables, intentando convencernos de que nos corresponde en justicia y en derecho, las cosas más banales, se convierte en la razón, el alma mater, de las campañas.
Ahora, en Isla Cristina, quieren persuadirnos de la necesidad de trazar y construir una carretera -cómo no- que pasara por las mismísimas marismas del Guadiana desde las salinas de esta isla hasta la macrourbanización de la otra, la de Isla Canela. De este modo disminuirán los muertos en la A-49 y en la N-431 para aumentarlos sobre las marismas asfaltadas, que es mucho más romántico. Los gestores de lo público quieren hacernos ver lo fundamental que es para los habitantes de Iscasa llegar a La Higuerita en el menor tiempo posible, aunque sea privatizando el espacio (¿cobrarán peaje?). Quieren convencernos de lo necesario que es llegar cuanto antes a todas partes, a ninguna parte, porque no saben de lo bello que es disfrutar el paisaje o, peor aún, no saben que existe el paisaje (¿o tal vez huyen de algo?). Y, por supuesto a bordo de un automóvil privado, que para eso somos europeos. Parece que esté cerca la teletransportación del Comandante Spock, uniendo cada dos puntos por una línea recta, como cuando los del norte se repartieron Africa. Parece que no quieren que miremos, que contemplemos, que hagamos camino al andar.
Ciento tres personas ahora muertas (y no otras tantas heridas) tal vez podrían seguir sanas y salvas haciendo camino en un tren que hubiese sido considerado tan necesario como el transporte privado, mirando a un lado y a otro de la vida, sin precisar alquitrán que cubriera las marismas, el mismo que les llevó a ninguna parte para siempre. A toda velocidad.
La oposición política y algunos expertos en estadística consideran un fracaso la operación de tráfico y el sistema de carnés por puntos porque el resultado superó en número de muertos al de las vacaciones del año pasado. Las autoridades de Tráfico y quienes tienen que exponer el balance defienden el sistema y culpan al alcohol y a las prisas.
Y para resolver el asunto, se desdoblan las carreteras, se trazan otras nuevas y se reivindican terceras vías aunque atraviesen zonas de alto valor ecológico. Es algo así como querer resolver el problema aumentando la causa del problema. Defendámonos de la guerra con la guerra; contra tu pistola dieciocho milímetros, mi subfusil y así sin parar. Contra el mal de las carreteras, más carreteras.
Ahora, tiempo de elecciones municipales, tiempo de precampaña electoral, y en el uso que la costumbre política confiere a los candidatos a las alcaldías, se puede prometer y se promete incluso lo innecesario. Sobre todo lo innecesario. Principalmente, lo que aún no siendo necesario, se convierte en imprescindible gracias a esas artes de convencer que aprenden los munícipes del Estado del Bienestar Capitalista. Esto de hacer inevitables, intentando convencernos de que nos corresponde en justicia y en derecho, las cosas más banales, se convierte en la razón, el alma mater, de las campañas.
Ahora, en Isla Cristina, quieren persuadirnos de la necesidad de trazar y construir una carretera -cómo no- que pasara por las mismísimas marismas del Guadiana desde las salinas de esta isla hasta la macrourbanización de la otra, la de Isla Canela. De este modo disminuirán los muertos en la A-49 y en la N-431 para aumentarlos sobre las marismas asfaltadas, que es mucho más romántico. Los gestores de lo público quieren hacernos ver lo fundamental que es para los habitantes de Iscasa llegar a La Higuerita en el menor tiempo posible, aunque sea privatizando el espacio (¿cobrarán peaje?). Quieren convencernos de lo necesario que es llegar cuanto antes a todas partes, a ninguna parte, porque no saben de lo bello que es disfrutar el paisaje o, peor aún, no saben que existe el paisaje (¿o tal vez huyen de algo?). Y, por supuesto a bordo de un automóvil privado, que para eso somos europeos. Parece que esté cerca la teletransportación del Comandante Spock, uniendo cada dos puntos por una línea recta, como cuando los del norte se repartieron Africa. Parece que no quieren que miremos, que contemplemos, que hagamos camino al andar.
Ciento tres personas ahora muertas (y no otras tantas heridas) tal vez podrían seguir sanas y salvas haciendo camino en un tren que hubiese sido considerado tan necesario como el transporte privado, mirando a un lado y a otro de la vida, sin precisar alquitrán que cubriera las marismas, el mismo que les llevó a ninguna parte para siempre. A toda velocidad.
Hola MarÃa, celebro volver a verte publicando por aquÃ.
\ ;-)
Imagino que ya habrás resuelto las dudas que tenÃas para publicar, ¿no?
Si te quedara alguna más, pregunta en https://minombre.es/foro usando esta misma cuenta de usuaria registrada.
Oye, acabo de cambiarte el tema estético al genérico actual (trasteando le habÃas puesto el corporativo de minombre.es).
Bienvenida otra vez y besos:
Manuel