Bullas
De pequeño, Cacuito peleaba con su hermano por un chupo. De pubescente, por un cromo lascivo de Afrodita A. De adolescente, en esos días de botellón que le han tarado como una meningitis, le metían un codazo involuntario y respondía guindando un buga (que luego incineraba), lo empotraba contra la puerta de la discoteque, bajaba del auto con las piernas arqueadas y se arrojaba a tiros que descojónate de Billy The Kid en aquella de Peckinpah . De adulto, en la macabra danza de los días, llega saturado de bullas. El atisbo de una pelea sólo despierta pereza. Se esfuerza en evitarlas, muchas veces incluso cediendo más de lo aconsejable para sus intereses. La inminencia de una discusión lo hace languidecer como una primavera rota. La porfía cansa mucho, propia de inmaduros, de gente ociosa. La promueven mendas enfermos de elementales afectos.
¡¡¡A ver si tienes lo que hay que tener y me dices eso mismo EN LA CALLE!!!
Miajita ganas y dos o tres leuros (mínimo).(Que la mala leche nos viene dada desde que los mayores y demás tenientes, asín de de motu propio, nos metieron violentamente nuestra chorla creciente en una pila bautismal recargable a base de hostias)
Purita broma,.... por si las flais.
Karantonhas varias.