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Presentación

El Barbonauta

Barbonauta (mini)Ése soy yo, no por haber navegado en un barbo, como ciertos héroes de la mitología griega lo hacían en el Argos. Los barbos además son muy resbaladizos y me dan repelús.

Navegué por primera vez siendo adolescente entre Algeciras y Ceuta, ida y vuelta, con la mar tranquila, que era verano. Después, en el balneario de Panticosa, lindo lugar.

Años más tarde en las canoas de Punta Umbría y mi primer recuerdo sobre el acontecimiento es que resbalé por las escaleras del muelle, en Huelva, con rechifla del personal presente y curcusilla para el arrastre.

Ocasión tuve de navegar desde Génova a Barsalona, toda una noche en cubierta y oyendo contar chistes a un gaditano. Y el Bósforo, pero eso, en diciembre, más fue tormento que placer.

Encantadora mi travesía de la bahía de Cái, entre el Puerto de Stª. Mª y la Tacita. Pero ¿qué no es encantador por esos parajes?

No he navegado por los astros, lo que no me suscita la menor curiosidad y, porqué no confesarlo, los astronautas me caen gordísimos, por lo que su compañía no me sería grata.

Pero sí he navegado, algunas veces y por la mar océana, en una pulga de ocho metros de eslora y orza abatible, mas los foques y esos líos me desmotivaron.

Puedo asegurar que no he navegado nunca por las barbas, asunto que si alguien lo hace, supongo que serán ácaros, piojos, liendres o ladillas, según el uso que dé a los pelos faciales quien los lleve.

No: soy barbonauta porque navego por la red, el ciberespacio, internet, blog o como se llame esto y lo hago portando mi propia barba. Así de sencillo.

Tengo la manía de escribir cosas que a algunas personas amigas les gustan y me han comido el coco para que las publique. Y como no hay editorial con fondos suficientes para pagarme lo que merezco, pues las publico aquí, las lee más gente, no les cuesta un duro y pueden hasta vituperarme gratis.

Y he de advertir que todo lo que escribo es autobiográfico, como cualquier autor de cualquier rama del saber hace, ya que todo lo que se crea se basa en la experiencia que cada cual ha ido acumulando, a base de prueba y error, con su falsabilidad popperiana y todo, si se tercia; pero ello no significa que si cuento, por ejemplo, que un lama cobra de la CIA, es que yo haya sido lama ni de la CIA, sino que en nuestro mundo eso es lo que hay y cualquier persona medio avisada está al tanto.

Dada mi profesión -hoy soy un jubilata más- de vendedor, he conocido gentes estrafalarias y de la más variada condición (no os podéis imaginar lo que se aprende tratando con el público y en las salas de espera). Por eso tengo amigos excepcionales que también le dan a la pluma, el boli o la tecla. Y aquí podréis leer sus cosas.

Así seréis completamente felices (o nos odiaréis): por nuestros méritos. Gracias por vuestras visitas, gentes de toda condición.

NOTA: si por la foto de arriba alguien cree conocerme, se equivoca. Es la única, de cuantas me han hecho, en la que sonrío y no llevo enormes gafas; de modo que normalmente siempre parezco el asesor personal de un político. Ésta de aquí me la hizo El Mugu, y con tal artista, hasta mi menda puede salir presentable.

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